Sevilla, epicentro del planeta

02 jul 2025 / 10:31 H.
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A más de 40 grados a la sombra, Sevilla se ha convertido esta semana en sede de la IV Conferencia Internacional de la ONU sobre financiación para el desarrollo, un encuentro en el que se han depositado todas las esperanzas para reflotar el ya debilitado multilateralismo del que se ha descolgado Estados Unidos y la necesidad de seguir apostando por la cooperación al desarrollo. Después de la pasad cumbre de la OTAN donde se ha consolidado una voluntad mundial hacia el aumento de los gastos en defensa, esta semana nos enfrentamos al gran desafío de poner las vidas humanas por delate de los conflictos mundiales que nos asolan en estos momentos.

Parece que, al fin, se abren ventanas para la esperanza al apostar por esos miles de vidas humanas que se salvan a diario gracias a las políticas de la cooperación internacional. Es una bendita paradoja que mientras asistimos al genocidio de Gaza, sintamos la necesidad aun de seguir peleando por poner algo de cordura humanitaria en esta locura de mundo. Para ser conscientes de la importancia de la cooperación al desarrollo, basta con analizar las consecuencias de la eliminación por parte de Trump de la agencia norteamericana de cooperación, que aportaba el 42% de la ayuda humanitaria global. La eliminación de estos fondos ha causado centenas de miles de millones de muertes adicionales por enfermedades prevenible. Ha interrumpido el funcionamiento de servicios esenciales, ensayos clínicos y programas sanitarios fundamentales. El seguimiento de Brook Nichols de Boston University indica que hasta más de 100 personas mueren por hora a causa de estas interrupciones. Se estima que la USAID, hasta antes de estos recortes, evitaba aproximadamente 1,65 millones de muertes por VIH/sida, 500.000 por no vacunación, 310.000 de tuberculosis y 290.000 de malaria al año, entre otras cuestiones determinantes para el desarrollo. Ante este panorama la cumbre de Sevilla representa una oportunidad clave para mantener la esperanza en la agenda 2030 y todo lo que ello conlleva. Tanto el presidente Pedro Sánchez como el rey Felipe VI han apelado a la cooperación internacional, la justicia social y multilateralismo en sus intervenciones. Antonio Guterres ha dicho que es “una oportunidad única para cambiar el rumbo” e impulsar reformas sistémicas. Pero sin perder mi optimismo y mis mejores deseos, siento que la realidad es que el enfoque de la cumbre en poco ambicioso para asegurar compromisos tangibles. Todos sabemos que los presupuestos son escasos y que las tendencias políticas internacionales no van precisamente hacia una conciencia social abierta a la solidaridad. Estamos en un punto de retroceso importante que no se revertirá hasta que las tendencias políticas de la extrema derecha pierdan fuerza en nuestros países. Mientras la motosierra de las derechas siga concitando adhesiones de incondicionales que se sienten felices acabando con los eslabones más débiles de la cadena, las expectativas de esperanza en el multilateralismo y una justicia social global van a ser limitadas. Parece ser que ya hay un texto para aprobar en los próximos días en Sevilla que servirá de hoja de ruta, aunque seguro que no incorporará una obligatoriedad legal para su cumplimiento. Para mi las reformas fiscales son urgentes para que las grandes fortunas contribuyan significativamente al desarrollo global.

Bill Gates es todo un ejemplo a seguir en este sentido.

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