Seamos imperfectos

Seamos como las monedas aquellas que buscan los coleccionistas, repletas de defectos. Apliquemos la numismática a nuestra vida. Sí todos somos de un tirada de miles de millones pero cada uno de nosotros somos únicos. Démonos valor y cobardía. Porque no saben la cotización de nuestra rareza, nuestro peso, o que misterio atesoramos. Que pujen por nosotros. Fijémonos en las monedas que se guardan en álbumes, lavadas con agua y jabón, que se compran, que se acuñan, que se venden, que se prestan, que se pierden en el bolsillo descosido del abrigo, que se esconden en el monedero o se atascan en la máquina por una chuchería. Nosotros podemos ser así brillantes o mates, podemos también mostrar dos caras iguales y dos anversos o dos reversos. Podemos perdernos en países que antes no tenían mapa. Podemos tintinear. Podemos equivocarnos de año. Podemos tener exceso de metal en la nariz y en el cuello o encima de la cabeza como Cervantes o un pie más grande que otro como el hombre de Vitruvio, en la moneda de un euro de Italia. Podemos vivir impares o exactos, o pares e inexactos. Seamos imperfectos como las monedas, porque así tendremos nuestro valor.