Sartén con papas fritas

21 nov 2019 / 09:25 H.
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Los pantanos han pasado de estar medio vacíos a medio llenos, así que dichosa lluvia que en pocas semanas nos ha abastecido de agua para otro año. El frío entró de golpe y parece que era ayer cuando estábamos medio desnudos echando la siesta, solazándonos al rico calorcito de julio. Sin embargo, el otoño llega con sus resfriados y sus virus cada vez más resistentes, de igual modo que vienen antibióticos de “nueva” generación para combatirlos. Nueva que será vieja, claro, por eso lo he puesto entre comillas. Siempre el mal va por delante y el bien trata de luchar contra él, mitigar sus efectos nocivos. Lo que pasa es que la vida es muy distinta a las películas y en estas suelen ganar los buenos, el caballo de los malos siempre cabalga más lento, y la corrupción campa a sus anchas. En Andalucía y donde sea, si se comete un delito, la justicia debe actuar y, en este caso, ha actuado. Se ha probado como delito mirar para otro lado, no afrontar aquellos mecanismos que se sabía que se saltaban los procesos administrativos, y que aunque tuvieran un buen fin, estaban mal planteados en su tramitación. Solo nos queda pensar, o subrayar, como consuelo menor, que no hubo enriquecimiento ni financiación ilegal, y eso teniendo en cuenta el daño a la imagen del PSOE. La sentencia de los ERE, que todavía no es firme, y que puede modificarse en función de las próximas instancias, deja algunas cuestiones en el aire, porque nunca el fin justifica los medios, y porque los procedimientos burocráticos, por muy largos y latosos que sean, o por mucha urgencia social que demande intervenciones rápidas y eficaces, no deben nunca obviarse. Recordemos que desde el caso Filesa, allá por 1997, para cobrar una factura —ya sea la cantidad de 100 euros— en cualquier Administración local, hay que presentar un certificado original de cuenta bancaria que efectivamente verifique que esa cuenta pertenece a la persona que va a cobrar. Y es un engorro someterse a todos esos trámites. Pero el que hace la ley hace la trampa, y ahí van los antídotos tratando de contrarrestar los venenos.

Ahora recuerdo el inolvidable western crepuscular Valor de ley (1969), un clásico de Henry Hathaway, por el que el inmortal John Wayne recibió su único Óscar, entre otros reconocimientos por esa interpretación. Es meritorio el remake de los hermanos Coen de 2010, con Jeff Bridges, lo que indica la gran película que fue la primera, basada en la extraordinaria novela homónima de Charles Portis... Al final, Wayne agota al caballo hasta extenuarlo con tal de llegar a tiempo para el antídoto y salvar a la chica, a la que le había picado una serpiente, y lo logra...

Los estoicos clásicos aconsejaban apartarse de la vida pública para lograr la felicidad, frente a los estoicos modernos —me refiero a la época del Imperio— que se adaptaron al poder, e incluso colaboraron con él, como Séneca. La vida retirada asegura más satisfacciones y, sobre todo, menos decepciones al poseer escasas expectativas. A veces cuesta mucho trabajo explicar algo, lo que sea, acercarse a los precipicios de lo cotidiano, o morder la actualidad, cuando de lo que de verdad dan ganas es de encerrarse en una casa en el campo, bien lejos de todo y de todos, escuchar la fina lluvia caer fuera y, como quería mi buen amigo Antonio Deltoro en su poema, cocinar en la lumbre una sartén con papas fritas.

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