Sana laicidad

    13 mar 2016 / 10:23 H.

    La Constitución consagra la separación Iglesia-Estado dentro de una relación de Estado aconfesional donde se reconoce el papel de la Iglesia dentro de la sociedad española. Los conceptos aconfesionalidad y laicidad no son excluyentes ya que Benedicto XVI abogó por una sana laicidad del Estado. Nuestro país aún tiene un fundamento religioso que no podemos ignorar a la hora de analizar las relaciones Iglesia-Estado. Creo que los acuerdos de 1979, bajo el espíritu de la Constitución, han regulado positivamente las relaciones entre ambas instituciones y han defendido una sana laicidad contra el laicismo que pretende excluir a Dios de la sociedad. La fe tiene una dimensión pública y social que todo gobierno tiene que aceptar y tener en cuenta respetando la pluralidad de credos y nunca se puede considerar la religión un simple sentimiento individual. Hay que destacar el papel de la Iglesia Católica en nuestra sociedad y darle su valor. Yo apuesto por una laicidad positiva que, velando por la libertad de pensamiento, de creer o no, no considere las religiones peligro sino ventaja, ya que ignorar la herencia ética o religiosa es cometer un crimen contra su cultura, su historia, su patrimonio, sus tradiciones y su manera de vivir y pensar. Creo que excluir la religión de la vida social socava las bases de la convivencia humana.