Un ¡olé!

Hoy le voy a hablar, mi querido amigo lector, de San Lucas y la feria de Jaén. A cualquiera que no fuese de éstas nuestras tierras, se le antojaría con facilidad pensar que vaya dos cosas antagónicas que acabo de decir. Un santo y una feria. Pues el santo resulta que es un señor que vivió hace dos mil años en tierras de Jerusalén y alrededores, y resulta que conoció a la Virgen María y escribió un evangelio, y resulta que era una persona muy buena. Como andamos como andamos, no reparamos en que casi todos nuestros nombres proceden de algún santo y que, hasta hace poco, los padres ponían los nombres pensando en el santo que lo llevó. Pues así ocurriría con casi total seguridad cuando pusieron el nombre de Lucas a quien luego llegó a ser el Condestable Lucas de Iranzo, que allá por el siglo XV gobernaba Jaén. En su honor se instituyó la feria de San Lucas, que al final, lo que se hizo en verdad es instituir la feria no solo en honor del Condestable, sino en honor de San Lucas. Como pasa en casi todas las fiestas locales o nacionales, es la realidad que, como son las cosas, podríamos decir que los descansos y divertimentos se los debemos a los santos. Un respetuoso ¡olé! por los santos.