Salir del atasco

10 dic 2019 / 08:54 H.
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La columna de coches frenó repentinamente con el semáforo verde. Del primer vehículo bajó un hombre con gestos violentos increpando desde la ventanilla bajada del coche de atrás al conductor que trataba de salir sin posibilidad por la fuerza que ejercía sobre su puerta el primero. Y mientras le gritaba le lanzó dos puñetazos. En el primer vehículo, con medio cuerpo fuera a través de la ventana, un menor gritaba: “¡Papá, No! ¡No lo hagas!”. No parece ser el modo más adecuado para gestionar un conflicto por las consecuencias imprevisibles del mismo. Se podría realizar un catálogo extenso de las consecuencias a corto y medio plazo en la vida de los implicados. Las expectativas de hoy, martes, se centran en la posibilidad del avance en una negociación que permita acceder a un gobierno legítimo dentro del marco constitucional. No parece que se tenga clara la legalidad con la que se hace, razón por la que se siembran dudas sobre la lealtad democrática del acto. No se puede acusar a quienes tratan de indagar en la posibilidad de llegar a la solución del conflicto más allá del puñetazo. Gestionar la situación compleja a la que se enfrenta nuestro país es para lo que se han “contratado” a los partidos políticos en las elecciones.

Lo que se espera que es que realicen su trabajo. No que continúen en una dinámica publicitaria de sus excelencias frente a los demás. No se puede pedir luz y taquígrafos en una situación en la que se requiere discreción. Los puntos de partida de los negociadores se inician en máximas exigencias y la habilidad del negociador está en lograr acercamientos dejando estas de lado. Una situación no exenta de contradicciones que podrían no entenderse. Como puede haber de un lado, opciones políticas que opten por el desgaste democrático con el interés de boicotear cualquier solución, especulando con llegar a terceras elecciones, y de otro los intereses del nacionalismo catalán condicionando una abstención a que se dé una solución a los presos desde el poder ejecutivo, cuando serán los profesionales de las distintas prisiones junto al juez de vigilancia quien determine la clasificación de los mismos y en eso nada tienen que ver un gobierno. Existe una ley penitenciaria y un reglamento que la ejecuta. Esto mis vecinas lo definen con la frase “son como el perro del hortelano”.

Por otra parte, debemos esperar que los negociadores comprendan que informar de sus intereses y deseos no es “negociar”. Por cierto, esta situación debería tener una reflexión detallada incluso por quienes gestionan la UJA. Y tampoco jugar a dilatar el tiempo como posición de fuerza. ¿Creen ustedes que con esta dinámica se hubiese llegado al consenso de los Pactos de la Moncloa del 77? ¿Dónde ha quedado ser un ejemplo internacional de la política y los políticos españoles en llegar a consensos? ¿Dónde está la madurez y sensatez de aquellos que vivieron esos momentos para facilitar el enfriamiento de las tensiones entre los demócratas? José Antonio Marina afirmaba en una entrevista: “Haber vivido mucho no asegura que hayamos aprendido algo. Hay que saber aprovechar la experiencia. La historia es la experiencia de la humanidad”. Cuidado, no lancemos los puños por la ventanilla. Igual el resultado no nos asegura la garantía de los derechos humanos para todas personas que habitamos en España, situación a reivindicar un día como hoy.

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