Rotundo no a la monarquía

22 sep 2022 / 16:37 H.
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Dice el refrán que tanta paz lleves, como descanso dejas, y eso es lo que vamos a tener que repetir, como un mantra, cada vez que nos acordemos de los recientes funerales de Isabel II. A ver, digo yo, ¿desde cuándo nos interesan tanto los reyes del Reino Unido? El asunto ha sido transmitido a nivel mundial, lo hemos tenido hasta en la sopa, nunca mejor dicho, y no ha habido rincón del planeta que no se haya enterado ¡y vaya si nos hemos enterado! de que la reina Isabel II ha muerto. Por fin la hemos enterrado, todo hay que decirlo. La famosa y riquísima familia Rothschild, de origen judeoalemán, controla la City de Londres, que es seguramente uno de los dos o tres centros financieros más importantes de la tierra. En el siglo XIX, la reina Victoria ya había elevado a rango de noble a esta familia y, bueno, qué se puede decir de este influyente linaje de financieros y banqueros. Por ahí podría entenderse el bombardeo mediático de las últimas semanas, y lo que eso significa, pues no podemos olvidar que la monarquía es una de las formas de gobierno más injustas que el ser humano ha creado. Después vienen directamente las dictaduras, y luego otras maneras más horrorosas. Hay que recordar lo que significa la monarquía, que es la injusticia elevada a la enésima potencia. En nuestro caso, se recubre el invento con el adjetivo constitucional, pero es una contradicción en los términos. En suma, una paradoja. El liberalismo ha hecho lo posible, a lo largo de los últimos siglos, para imponerse a cualquier precio, teniendo que adaptarse en algunos países, como en el caso de Reino Unido o España, por citar dos ejemplos meridianos. Cualquier clase de monarquía legitima al rey como descendiente directo de Dios, y ahí se articulan dos falacias, Dios y el rey, ambas puestas al servicio de intereses espurios, del poder económico y del poder eclesiástico. Pero en el Reino Unido ya sabemos que son especiales, con tal de mantener la hegemonía. Enrique VIII de Inglaterra mandó a freír espárragos al papa en el siglo XVI, para fundar su propia iglesia y no tener que dar cuentas a nadie de sus relaciones con el de Arriba. ¡Faltaría más! Todo es publicidad, una ola impresionante de publicidad, y los medios de comunicación no pueden eludir sus responsabilidades. Está en sus manos. La prensa rosa nos invade y, lo peor, ¡a la gente le gusta! La gente sigue los dictados de la moda, ya sea en los periódicos, tele, radio, internet o cualquier corriente de opinión de las que se imponen en nuestro día a día. Las noticias llegan como auténticos taladros, y sabemos lo que quieren que sepamos y vemos lo que quieren que veamos. Por el contrario, no vemos lo que no quieren que veamos, no sabemos lo que no quieren que sepamos, y así juegan con nuestras conciencias, como si fuéramos peleles. No hay que creerse nada. La difunta Isabel II formó parte de tramas racistas y todo el neocolonialismo posible e imaginable, potenciado su fortuna personal, el Imperio de sus business y el Imperio británico, que son el mismo. Por mucho que dijéramos y escribiéramos, no acabaríamos nunca. Son demasiadas cosas, y apenas se ha sabido por los medios de todos esos negocios sucios y componendas, alrededor de la Commonwealth, que se pergeñaron para mantener el tan famoso Imperio, el poder... Adivinen qué banco le guarda los dineros a la familia real británica.

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