Regreso a la infancia

En el día de Reyes, no quiero hablar de cosas tristes, prefiero quedarme enganchada a las sonrisas de los niños cuando abren sus regalos o a las miradas de los padres y abuelos, que rebosan alegría y cariño, quiero que este artículo sea un alegato a la felicidad. Las buenas noticias no suelen ser habituales en los medios y estamos acostumbrados a que las desgracias ocupen portadas: guerras, desastres naturales o violencia de género, entre otras. Sin embargo, en el día de Reyes nada debería empañar nuestra sonrisa, deberíamos ser capaces de abrir un paréntesis y compartir la felicidad de los niños que disfrutan en sus casas o en el parque de sus nuevos juguetes. Estaría bien seguir creyendo en esa magia que todo lo puede. En este día tan especial, regresamos a la infancia, y quizás nos preguntemos dónde se quedó ese niño que fuimos un día, por qué ahora no somos capaces de encarar la vida con la misma ilusión, por qué andamos enzarzados en disputas inútiles que no nos llevan a nada. Quiero volver a ser una niña para seguir creyendo que un mundo mejor es posible, y enarbolo la bandera del optimismo para proclamar a los cuatro vientos que debemos ser felices o, al menos, intentarlo.