Redes y salud mental
El tema de las enfermedades mentales es muy delicado. Yo no soy psiquiatra ni psicólogo, pero no paro de preguntarme por qué las generaciones nacidas a partir de los años ochenta, los Millennials y la Generación Z, la cual ya creció inmersa en la tecnología digital, en el acceso instantáneo a internet y redes sociales, lo que moldeó su visión del mundo y su consumo de información, han sido el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de estas enfermedades. Ahí están las estadísticas.
Yo creo que los han sometido a una experiencia sin precedentes. Esas generaciones se han convertido sin quererlo en cibernautas y han sido sometidos también a la influencia de las redes sociales. Eso no había pasado nunca antes en la historia de la humanidad. El ser humano ha conocido y asimilado el paso de las tablillas de arcilla al papiro, el paso del papiro a otros soportes como el pergamino, la irrupción de la imprenta, hemos conocido la llegada de los soportes informáticos como el cd-rom, algo que hoy suena a prehistoria y que parecía que iba a ser el no va más, pero nunca habíamos visto cómo el someter a varias generaciones de seres humanos a las radiaciones de internet, a la influencia de internet a través de las redes sociales había provocado resultados o fenómenos de esta naturaleza provocando tantas enfermedades y problemas mentales.
Y estas, Millennials y la Generación Z, han sido las generaciones elegidas por los dioses, por el destino, por el azar, por la historia o por el sistema para ser los conejillos de indias con los que se ha probado esto. Y uno de los resultados exponencialmente más acusados ha sido la generación y la producción exponencial también de enfermedades mentales o problemas psíquicos derivados de este tipo de actividades. La larga exposición a las redes sociales ha provocado que muchos seres humanos, sobre todo, gente más joven, adolescentes o niños y personas particularmente vulnerables hayan adquirido hábitos de comportamiento que en algunos casos les ha costado la vida incluso. Esto no había pasado nunca antes en la historia, en ninguna época nadie estuvo expuesto a las redes sociales, pero en el siglo XXI las personas están expuestas de una manera muy fuerte, muy intensa y, además, el fenómeno se ha producido en muy pocos años. Aunque sé que la correlación no es idéntica ni exacta, viendo estos fenómenos uno piensa por ejemplo en las repercusiones que tuvo el consumo de droga, y que todos conocimos, en los años ochenta y la mortalidad a la que condujo esa drogadicción. Hoy día el consumo de las redes sociales está causando también estragos. No deja de pasmarme ver a los niños pequeños o a los adolescentes con un móvil en la mano, con un instrumento que los manipula más a ellos que esas criaturas al móvil. También se ven los adultos, pero los adultos tenemos otros recursos y tenemos otros apoyos en la vida que nos pueden permitir sobrevivir a esta cuestión.
No paran de vendernos ideas como la de la libertad o la de la felicidad a través del consumo de las redes sociales. Y no paran de lanzar cebos, hay muchísimos; está el problema del narcisismo, el problema de exhibirse, de exhibir el aspecto físico, de exhibir conocimientos que no se tienen en realidad, el engaño del aplauso, del “me gusta”, del “like” y todas estas memeces. Y eso genera una ansiedad tremenda. La felicidad se busca en la medida que hay una ansiedad que induce a esa búsqueda, y eso es buscar una ilusión, una ficción, lo mismo que creer que eso te hace libre. No, no se va a encontrar ni la libertad, ni la felicidad ni nada de eso, solo insatisfacción. La felicidad está en muchas cosas, en tener salud o en cuidar de la salud de los seres queridos que no la tienen o la han perdido. Para estas generaciones la libertad y la felicidad consiste en estar en las redes sociales, en crearse un universo paralelo fuera de la realidad, en hablar de todo sin saber de nada, en exhibir un cuerpo, hay para todos los gustos, satisfacciones ilusorias que a veces terminan en tragedia y que los psicólogos y los psiquiatras conocen perfectamente.