Reciclar o morir

    17 nov 2025 / 11:07 H.
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    El olivar es un patrimonio que no sólo es orgullo, sino la fuente económica más directa y, se podría decir, una manera de vivir que va más allá de cualquier cosa. Pero genera algunos problemas, unos de orden social, en última instancia es un monocultivo que hace que la brecha ricos-pobres sea mayor. También nos hace dependientes del exterior, ya que la demanda es siempre algo sobre lo que no tenemos control y donde la parte más importante del beneficio es para otros. Los distribuidores son italianos, la maquinaria pequeña es alemana y la grande de Estados Unidos. Pero el olivar tiene otro problema de envergadura, es muy poco respetuoso con el medio ambiente. No sólo porque erosiona la tierra, sino, sobre todo, porque genera residuos que son venenosos, malolientes y difíciles de reciclar, lo cual se tiene que hacer por medio de plantas, que, a la larga, son peores que el propio residuo. Así, pueblos como Martos se ponen en pie de guerra frente a estas, que lejos de ser una solución ecológica son un ataque contra la población, lo que exige romper la idea de reciclar o morir, ya que no se trata de estar contra las renovables, sino que toda una economía se convierta en el beneficio económico de unos pocos.

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