Reacción en cadena

    28 mar 2022 / 16:39 H.
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    Hace algunas semanas los algoritmos de Facebook —que ahora se llama Meta desde que así lo decidió su fundador Mark Zuckerberg agrupando sus redes Facebook, Instagram y WhatsApp en una sola— hicieron con mi cuenta personal la “trescuarenta”, cuando de forma errónea mostraban un contenido desactualizado en fecha y forma a uno de mis amigos de dicha red social. El contenido en cuestión no era otro, que un post que el 8 de octubre del pasado año y con motivo de mi cumpleaños publiqué, con la intención de agradecer a la vida y a las personas que la juegan a mi lado, la fortuna de poder disfrutarla feliz y con salud. Ese amigo en cuestión al ver la publicación (fuera de fecha) en su muro, tuvo a bien aprovechar la oportunidad de felicitarme con un comentario muy cariñoso que hizo que, a ritmo de algoritmo dislocado, comenzara a galopar por los muros de muchos de mis contactos y amigos en la plataforma. El resultado: 470 me gusta y 318 comentarios en pocas horas. Interacciones que se iban sucediendo a velocidad vertiginosa, aún y con alguna aclaración por mi parte de que realmente no era la fecha en cuestión. Pero dio igual; todos y cada uno de los amigos, a los que reitero mi agradecimiento por su afecto sincero, apenas se paraban a mirar los comentarios aclaratorios y decidían más por reacción que por acción, manifestarse como un auténtico rebaño. Y es que todos, también mis amigos de Facebook, tenemos tendencia natural a hacer lo que hacen otros. Por defecto, tendemos a repetir las conductas de otros. Solemos ir “donde va Vicente”...

    Reacción en cadena a modo de ejemplo personal que nos demuestra, que es tal la influencia del grupo sobre el individuo, que llega a afectar al sano juicio y su percepción. El efecto rebaño es una tendencia férreamente grabada en nuestros genes, de la que nos resulta muy difícil escapar. Si a esa forma de actuar, añadimos el modo en el que habitualmente consumimos contenidos, los soportes que utilizamos para hacerlo y la atención y el rigor que ponemos a la hora de interpretarlos y evaluarlos, nos encontramos en un escenario en el que hay dos características fundamentales que están marcando hoy la forma de consumir información entre los jóvenes y los no tan jóvenes: lo social y lo móvil. Y a ellas habría que añadir dos más, que son la rapidez y la superficialidad, las cuales, por otro lado, definen el entorno digital. Internet proporciona una gran cantidad de contenidos, pero también es cierto que el consumo de éstos se produce a un ritmo veloz y de forma simultánea a otras actividades, lo que en ocasiones impide la reflexión y el análisis de aquello que se está consumiendo.

    Estamos aquejados por la “prontomanía”, lo queremos todo aquí y ahora, viviendo en un estado de permanente ansiedad que nos condiciona. Y esto, es realmente preocupante en los tiempos que actualmente nos toca vivir. Tiempos de guerra, en los que la comunicación y los contenidos que consumimos, en relación al conflicto bélico, tienen diferentes sesgos en función del cómo, del porqué y del por quién son contados, así, se habla de operación militar o de invasión dependiendo del bando desde el que se emitan. En este sentido, la consultora Puentia, especializada en comunicación estratégica y reputación corporativa, acaba de publicar un informe que bajo el título: Cómo publicar en tiempos de guerra, pone de manifiesto como la comunicación se asoma al drama, profundizando en los diferentes ángulos del fenómeno comunicativo que forma la opinión pública.

    Echando un vistazo al citado informe, se observa como existen reacciones en cadena del ser humano, en función de si las noticias apelan a cuestiones que tiene que ver con la solidaridad, la dignidad, la militancia, la estrategia, la crudeza o el rigor, a la hora de referirse a la multitud de reacciones que esta tragedia está suscitando entre la población mundial. Nuestro ajetreado estilo de vida instigado por el uso de internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión sobre temas tan relevantes como una guerra, o tan oportunos como una felicitación de cumpleaños.

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