Querido Pepe Mújica
Al fin y al cabo: ¡qué me quiten lo bailado!, dice usted. Es abril de 2024 y lamento escuchar que, a sus 88 años, le han diagnosticado un tumor en el esófago. Dice que mientras tanto, mientras pueda seguirá militando y entretenido con las gallinas y las verduras. Me cae bien porque escucharle me inspira energía vital y sonrío al verle con su viejo escarabajo azul. Le observo físicamente y tiene una apariencia amable de abuelo de cuento infantil. Su biografía es muy interesante, ha recibido seis balazos, ha estado en la cárcel, se ha fugado dos veces y ha sido presidente de Uruguay. Ha reconocido parte de sus orígenes en Cantabria, en eso coincidimos. Me gusta su voz astuta, detallista y de palabras sencillas. El motivo de esta carta es darle las gracias por sus pensamientos. Uno de ellos es de 2014, en Ecuador, en la cumbre Unión Suramericana de Naciones. Usted dice así: Yo no me chupo el dedo de un homenaje, de aquí voy a salir el mismo viejo que soy; lo que tiene sentido es pensar, porque hay mucha gente joven, la vida se te escapa, se te va minuto a minuto, y no puedes ir al supermercado y comprar vida, entonces lucha por vivirla, por darle contenido a la vida.