Querido amigo

    14 may 2023 / 09:00 H.
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    Ronda por mi cabeza el empeño en creer que tu muerte estuvo en mi corazón mucho antes de que llegara al tuyo. “Mañana estaré cerca de ti”, me dijo la muerte ayer. Lejos de algarabías, sin zapatitos rojos de pies en sangres de leds ni ambulancias en silbido, y en colas para recoger los pies de los zapatitos del olvido. Sin bombas, sin policías. La muerte vino sola. Sola por ti, sola para ti, sólo a por ti. Sembraré mis cenizas a tu lado para poder pensar que no te vas, Que te vas al Mar, que a la Mar te vas otra vez a buscar aquella extraña Verdad que nunca te dejó descansar. Otra vez me llevas a soñar que estás junto a Hércules hablando de sus columnas y de los suelos que levantó cuando las aguas de Océano rompió y, por fin, Tetis nació. Y de aquella Atlántida que juntos descubrimos cuando yo no era ni grano de arena... y tú... tú ya eras el Mar. La Mar, me corregiste tú. La Mar. Enrojecida, la mar, tu mar... embravecida, la mar, tu mar... envejecida la mar, tu mar... se enciende tu mar levantando las aguas que agitan tus tunos tunantes atunes del rojo Levante y los lanza a la arena del monte altanero, buscando la tumba del viejo arquitecto del templo sagrado. ¡Hira! Llegó de repente tu ausencia a los campos del trigo amarillo con forma de Luna de Abril afilada y color de tu verde mirada. ¡En la bóveda novena de la cueva donde habita la Verdad! Allí te quiero encontrar, cuando yo muera.

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