¿Qué liderazgo?

    03 jul 2025 / 08:59 H.
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    Una pregunta: ¿Y si el mayor acto de liderazgo hoy fuera atreverse a ser uno mismo? En un mundo saturado de fachadas, filtros y discursos huecos, donde las redes premian la pose antes que la verdad, ser auténtico no solo es raro: es valiente. Liderar con autenticidad y vivir con integridad se ha convertido en un acto revolucionario. Hay liderazgos que brillan un instante y se desvanecen al siguiente. Otros, sin hacer ruido, se mantienen firmes, como fuertes raíces que sostienen lo que sea necesario. El liderazgo real —el que deja huella— no se impone, se encarna. Y solo nace cuando la autenticidad y la integridad caminan de la mano.

    El liderazgo auténtico no necesita títulos, ni etiquetas, ni aplausos. Se construye desde la verdad interior. Basta con mostrarse como uno es, con nuestras luces y nuestras sombras, desde la humildad de aceptar errores y el coraje de no traicionarse. Y esto —aunque parezca simple— exige un valor poco común: el de ser íntegro, incluso cuando nadie mira.

    Creo que la integridad no es rigidez, sino coherencia vital. Es ese hilo invisible que conecta lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Y cuando esa coherencia es percibida por los demás, se genera una confianza natural. No se impone, no se fuerza; sucede y se contagia. Lo auténtico inspira y lo íntegro transforma. El desafío está en construir ese liderazgo desde dentro, desde esa verdad propia. Esa mezcla de honestidad y vulnerabilidad, inspira y moviliza, porque cuando alguien se atreve a mostrarse real, nos muestra, nos recuerda que todos podemos hacerlo... y eso tiene una enorme capacidad de transformación del entorno. En ese espejo entre lo que se dice y lo que se hace, nace la confianza. Y cuando, por ejemplo, un equipo confía, se mueve solo.

    Hoy más que nunca, el mundo necesita líderes que no finjan. Que se atrevan a ser ellos mismos. Que entiendan que no hay autenticidad sin integridad, y que sin ambas no hay liderazgo posible.

    No se me ocurre decir cuál debe ser el mejor liderazgo, solo sé que el más coherente y verdadero es el que más aprecio. Desde ahí todos podemos ejercer nuestro liderazgo, así que pregúntate: ¿cuándo fuiste más tú? ¿Cuándo actuaste con total honestidad? Ahí, justo ahí, comenzó tu verdadero liderazgo. Porque cuando lideras con verdad, lo que haces no solo te representa, te trasciende.

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