¿Qué fiscalidad?

    25 jul 2023 / 10:19 H.
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    Decía Benjamín Franklin —el del pararrayos— que en este mundo sólo hay dos cosas seguras: la muerte y pagar impuestos. Por su parte, Oliver Wendell Holmes —médico, escritor y juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos—, sostenía que: “Los impuestos son el precio que pagamos por una sociedad civilizada”. Una última cita más para terminar, ésta de un conocido economista ultraliberal de la Escuela de Chicago, Milton Friedman, que sostenía: “Estoy a favor de reducir impuestos bajo cualquier circunstancia y por cualquier excusa, por cualquier razón y en cualquier momento”. Que cada cual se quede con la que más le guste. Para mí la más acertada es la de Oliver Wendell. ¿A qué viene esto? Sencillamente, es la pregunta que tendríamos que habernos hecho antes de depositar la papeleta electoral ayer, 23 de julio de 2023, en las elecciones generales celebradas en nuestro país: ¿Qué impuestos se deben pagar para financiar el tipo de sociedad a la que aspiramos? Como podrán comprender, esta colaboración en Diario JAÉN ha sido escrita y remitida para su publicación antes de que se conociera el resultado del escrutinio. Cuando lo lean sí que ya se sabrá y podremos hacernos una idea de la fiscalidad que nos espera para los próximos cuatro años de la legislatura.

    Si el ganador ha sido el candidato del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, esperaremos que cumpla la promesa de rebajas fiscales incluida en su programa, tales como reducir el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), deflactándolo para evitar una subida encubierta por el incremento de la inflación. Asimismo, extenderá la rebaja del IVA a la carne, pescados y conservas, aunque con carácter temporal. También bonificará el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) a las viviendas rurales. Derogará el impuesto a las grandes fortunas creado por el anterior gobierno, como lo hará con el impuesto a las empresas eléctricas y a los bancos o, al menos, lo modificará. Claro que si necesitan los votos de VOX, las reformas del IRPF tendrán que ser de mayor calado, puesto que este partido aboga por establecer un tipo del 15 por 100 para las bases imponibles por debajo de 70.000 euros y otro ordinario del 25 para las rentas superiores, tipos que se reducirán cuatro puntos por cada hijo, hasta un máximo de cuatro, de forma que los que tengan cuatro vástagos y ganen por debajo de 70.000 euros no tributarán. Por supuesto, los de Abascal proponen eliminar los impuestos a las eléctricas, a los bancos y a las grandes fortunas.

    Cuando se lee el programa fiscal del PSOE se comprueba que es claramente continuista con lo realizado en su etapa de gobierno, si acaso extendiendo algunas bonificaciones, tal como la desgravación por hijo a cargo en el IRPF, poner un IVA superreducido a dietas celiacas o crear una cuenta de ahorro bonificada —no tributará en el IRPF— para la compra de una primera vivienda. Ahora bien, si el PSOE fuera a un gobierno de coalición con Sumar, los de Yolanda Díaz pedirán para apoyar la investidura una ayuda de 200 euros al mes por hijo a cargo, que podrán percibir hasta cumplir los 18 años. También plantean elevar el IRPF a las rentas superiores a los 120.000 euros y convertir en permanente el impuesto a las grandes fortunas. No obstante, lo más llamativo de esta coalición de izquierdas ha sido la promesa de una denominada “Herencia universal” —pago de 20.000 euros— para todos los jóvenes que cumplan la mayoría de edad.

    Como decía, cuando escribo estas líneas no sé los resultados. Hoy ya sabremos cual será el programa fiscal que nos espera. Ahora bien, no nos engañemos, los impuestos financian, entre otras finalidades, el gasto público en infraestructuras y el “Estado del bienestar” -educación, sanidad, dependencia y políticas sociales- y no se puede conseguir la “cuadratura del círculo”, es decir, menos impuestos implica menor gasto, o endeudamiento, ya que en economía no existen los milagros. Además, la Unión Europea ya nos está pidiendo un mayor control sobre el déficit público y sobre la deuda. Ítem más, nuestra presión fiscal es del 39 por 100 del PIB, frente al 42,2 de la Eurozona.

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