Provincia, no hay excusas

Ladran, multan, luego cabalgamos. Nos vuelven a tomar por lo que hasta ahora habíamos demostrado ser, y van el lunes y nos traen otros planes chorra, sin concreción, ni peso, ni fecha en el calendario. Debieran, de verdad, hacérselo mirar, pues que agradezcan que no hubiera lluvia de huevos y amarga pitada en la bajada triunfal por la calle Campanas. Pero dejémoslos en sus nervios sumidos y centremos la diana en nuestra propia conciencia de territorio desvalido, válido, pero desatendido. Ya no más manifestante de boquilla, ya no más miedo a tu alcalde, no temas más sino a tu propia inconsciencia. Entre nosotros no hay desagravios ni envidias ni desapegos, somos tierra de olivos de sangre verde, y aunque sea por el único hecho de ser los únicos habitantes del planeta a los que “pone” el olor a jamila, habremos de unir objetivos, conseguir la atención de la que vendrá el trabajo, la actividad económica y comercial. Desde ahí, podrán obtener coche todos aquellos que desgraciadamente por ese motivo no salieron el domingo a protestar, o se obtendrá anteponer el dolor de ver marchar a tus hijos a la tarde en el sofá.