Prohibido
prohibir

    02 dic 2020 / 18:11 H.
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    Por estos días festejábamos la Constitución, lo que hogaño no es prioridad, mientras padecemos una merma en los derechos más allá de lo razonable y no siempre justificables en la prevención del maldito virus que nos asola. Mis primeros setenta años los he vivido en libertad: veintitantos, tranquilos con Franco, ya en la Universidad granadina a finales de los 60 viví los prolegómenos del cambio: ¡Asambleas de Facultad con los efluvios del mayo francés! ¡“prohibido prohibir”, “seamos realistas, pidamos lo imposible”! Después vino la democracia más libre y feliz aún. De entonces a hoy, gracias a la Constitución, hemos vivido la mayor etapa de progreso y concordia de la reciente historia de España. Hoy soplan vientos liberticidas y —si faltaba poco— la pandemia, pretexto del “estado de alarma”, lo ha cambiado todo: el Parlamento recuerda aquellas juntas de Facultad, más sal que sustancia, perpetuos estériles debates; el Gobierno, en atrabiliaria deriva, improvisa y pretende resolver la salud con decisiones políticas acientíficas. Falto de apoyos, capta a sus interesados socios de ocasión con leyes a medida, forzando la Constitución, rompiendo España y atropellando a voleo los derechos.

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