Problemas reales

    10 feb 2020 / 08:41 H.
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    Dicen que el ser humano es inteligente hasta que llega a una glorieta. Yo pienso que más bien todo lo contrario, tenemos una asombrosa capacidad de no, o una eficiente incapacidad de sí, tomar decisiones cuando nos satura o nos supera algo que no controlamos. Como por ejemplo dejar de criticar lo que otro hace sin aportarle soluciones, o rajar de quien no solventa tu anterior problema. Yo recuerdo que en Jaén se rasgaban algunos las vestiduras porque las calles estaban llenas de baches, y si se arreglaban era porque se querían silenciar aquellas quejas. Parchear lo llamaban. Cambiamos de cromos, y todo sigue igual. Con más baches eso sí, y con una maquinita de pintar marcas viales apagada o fuera de cobertura. Lo mismo está esperando que salga el tranvía, para reforzar el factor sorpresa. A veces pienso que de todas formas por mucho que nos quejemos, no pintamos nada. Ni los que nos quejamos ni los que usan la maquinita, por supuesto. Por esa misma razón, necesitamos políticos, gestores, que solventen o arreglen los problemas reales. Y no con esto me refiero solo al coronavirus, o a la desfachatez de que aquellos que hace dos días prometían ante quién ahora renuncian, postureo mediante...

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