Presunción de culpabilidad

Una cuestión: “¿In quam republicam sumus?”. En manos de quién estamos, preguntaba Cicerón al Senado hace veinte siglos. Es lo primero que se me ocurrió tras leer la feroz crítica de María Jesús Montero a un Tribunal que, en el pleno ejercicio de su función jurisdiccional, antepone las pruebas valoradas en conciencia a la denuncia de “una mujer joven”. Toda sentencia —ésta también— tiene la garantía del recurso y será revisada. La lenguaraz vicepresidenta pretende instaurar nada menos que la presunción de culpabilidad por razón de sexo. Nadie en el Gobierno ha salido al paso de tal dislate y lejos de rectificar, como justificación ha dicho lo mismo con otras palabras. El Consejo del Poder Judicial y el de la Abogacía lo han condenado de forma unánime y contundente como ataque a la independencia judicial y al Estado de Derecho. No soy futbolero, ni conozco a Dani Alves, pero estimo inadmisible que se le niegue el amparo que otorga a hombres y mujeres el artículo 24 de la Constitución. El sucedido pone de manifiesto algo muy grave, la clamorosa falta de respeto de un poder del Estado —el Gobierno— a otro, el Tribunal sentenciador, lo que, por desgracia, viene siendo reiterativo. “¡O Tempora, o mores!”.