Poner la televisión

    26 ene 2022 / 16:47 H.
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    Desear y esperar que les suceda lo mejor a quienes consideramos y tenemos en alta estima es gratificante para nuestra estabilidad emocional. Pero lo de dar consejos e insistir en que el resto del mundo se mueva y actúe a nuestro antojo es totalmente insano. Más bien diría que es destructor. Nunca he aconsejado a nadie ver la televisión, pero ahora más que nunca estoy segura de que influir con nuestra opinión sobre la confianza de una persona para que dedique su tiempo, que es su tesoro, y que lo desperdicie escuchando banalidades, desinformaciones, sometiéndose a manipulaciones, y percibiendo un miedo incesante sobre situaciones que nos dañan y nos distraen de lo verdadero e importante que es vivir, es una terrible y suspicaz tarjeta de presentación. Tenemos que aprender a saber que es lo realmente beneficioso para nosotros, y no seguir el camino que nos indiquen, solamente “porque sí”. El criterio individual y natural debe prevalecer para poder vivir con una equilibrada salud mental. Poner la televisión, hoy en día, es una ruleta rusa a la que nos gusta jugar acariciando ese peligro de “voy a ver un rato la tele”. Cuidado, con lo que sembramos en nuestro cerebro, porque después habrá que regarlo.

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