Playa del Cable
La playa del Cable todavía es de arena fina y la más extensa y agradable del núcleo urbano de Marbella a pesar de la concienzuda saña con que la maltrata y esquilma el Ayuntamiento de la ciudad un año tras otro. Independientemente del color político del alcalde o la alcaldesa de turno, este nefasto Ayuntamiento tiene por costumbre realizar en dicha playa, un par de veces cada año, una retirada masiva de arena que en teoría sirve para intentar cubrir las pedregosas playas del centro de la urbe. Y digo en teoría, porque cada vez que viene un temporal de agua y viento, la arena procedente de la playa del Cable que se deposita en ellas todos los inviernos y alguna que otra primavera, si hay mal tiempo antes de Semana Santa, desaparece como por ensalmo para deshonra y escarnio del regidor (ahora regidora) que ordena ejecutar ese repetitivo atentado ecológico tanto en la playa origen de la arena como en las descarnadas playas receptoras. Desde que resido en Marbella, un año tras otro, desde mi terraza puedo ver, en este momento lo estoy viendo, cómo una excavadora de gran tonelaje lleva más de quince días sacando arena desde el dique del puerto deportivo hasta más allá de la Torre del Cable, en una extensión aproximada de 800 metros de longitud por 80 de anchura con una profundidad media de 0,8 metros, lo cual supone un volumen total de 51.200 metros cúbicos de arena que se están distribuyendo en las playas del centro para que se las lleve el mar Mediterráneo durante el próximo temporal que tendrá lugar en cualquier momento. Y la playa del Cable, lugar de asueto de las clases popular y media de la población, así como de la mayoría de los visitantes de los pueblos de alrededor, seguirá sufriendo piedras y guijarros salvajes durante todo el año para intentar, de forma ineludiblemente fallida, porque el temporal llega siempre, presentar a los turistas playas restauradas y acondicionadas de forma salvaje para dar una imagen falsa de la ciudad y que siga la fiesta hasta que todo reviente, que reventará más pronto que tarde. Que conste que es muy loable dar una imagen impecable y atractiva de toda la ciudad para mantener y fomentar el turismo de calidad, porque este es el motor económico y una fuente de trabajo y prosperidad para todos, pero sería conveniente que la Corporación municipal dedicase esfuerzos a lograrlo sin fastidiar uno de los lugares más agradables de la ciudad y de paso al colectivo menos favorecido de sus habitantes, que también pagan sus impuestos y votan.
La extracción de arena que se realiza de forma tan abundante, salvaje y grosera un año tras otro tiene repercusiones de carácter medioambiental y efectos negativos no sólo sobre los usuarios humanos, como ya he comentado, sino sobre la fauna y el ecosistema de la propia playa, en especial las especies marinas, peces y moluscos que viven en las aguas del litoral a poca profundidad y en la misma arena.
No sé la solución para preservar la arena y mantener de manera correcta las playas del centro de la ciudad, algunos opinan que los espigones que existían antaño eran efectivos y conseguían ese objetivo, ni si los posibles diques que muchos dicen que se podrían construir son más o menos agresivos con el medioambiente. Para informar sobre ello y tomar las decisiones correctas están los expertos, que sin duda hay en la Demarcación Costera, en el Ayuntamiento o en el Ministerio que corresponda, pero de lo que sí estoy seguro es que ya se ha llegado a un nivel de degradación irresponsable en todo el entorno marino que va del puerto pesquero hasta Río Real, y es momento de poner fin a ello. No me extrañaría nada que surjan movimientos ciudadanos que con fuerza comiencen a exigir que se ponga fin a este atropello y quizás a la siempre sonriente alcaldesa actual se le tuerza el gesto cuando se encuentre una manifestación que le diga a la cara lo que piensa de su funesta gestión, porque más de un vecino está en contacto con el delegado de Playas y Medio Ambiente y se traen un peloteo indecente culpando a la legislación de costas y echando balones fuera. Va siendo hora de que se trate este enojoso asunto y se le dé una solución correcta y permanente. Un último mensaje a la señora alcaldesa, déjese usted de poner paños calientes, sonrisa complaciente y cara de sueca y dedíquese a trabajar en favor de todos los ciudadanos de Marbella.