Pesadilla

Sin haber caído todavía en la adicción, reconozco que cada vez utilizo más el ordenador, casi siempre para tomar informaciones y hacer mi trabajo periodístico. Es verdad que alguna noche me gusta ver una vieja película e incluso utilizo algún juego de entretenimiento. Bueno, pues ni las noticias más macabras ni la película más terrorífica me han causado jamás una pesadilla como la que estoy sufriendo de una manera continuada, con unas cuantas ventanas de esas que te aparecen en la pantalla cuando menos las deseas y que resultan molestas, inoportunas y entorpecedoras de la tarea que estás realizando. Yo sé que el buen señor probablemente no tendrá culpa de nada y que incluso será ajeno de lo pelmazo e insoportable que resulta él, Juan Roig, de quien no sabía nada hace unos meses y ahora me sé su rostro de memoria, porque me lo tengo que tragar cada cinco minutos. Tan paliza es el anuncio que ya he tenido que aprender algunos datos de este personaje que es nada menos que el presidente de Mercadona, el quinto hombre más rico de España, que quiere contarte cómo se hizo rico. Lo extraño es que he leído que se trata de un hombre muy comedido, al que no le gusta exhibirse demasiado en público, pero en mi ordenador está ya demasiado visto. Una hartazón que me deprime unas veces y me pone nervioso otras y que incluso, alguna vez, me ha asaltado la intención de arrojar cualquier objeto contra el ordenador. Y el problema es que yo entiendo poco de esta materia de las redes y no sé cómo quitarme esta ventanita de encima, cerrarla con siete candados y mandar bien lejos a sus autores. Pero ya está bien de abusar así de la paciencia de quienes utilizamos el ordenador para cosas más serias. Juan Roig, creo que inconscientemente, está consiguiendo algo tan difícil como que a mí me caiga mal una persona, mucho más sin conocerla personalmente. Ya digo que soy bastante inexperto en el uso de las redes y quizás el señor Roig sea tan víctima como yo de este abuso que roba mi tiempo y destempla mi calma. Porque estas cosas, y la cantidad de estafadores, embaucadores y ofensores clandestinos que pueblan las redes, están convirtiendo el ordenador en una herramienta muy peligrosa. Un peligro que causa pesadillas a muchas gentes incautas que terminan siendo víctimas de estas prácticas intolerables. Hay que andarse con cuidado.