Parte de mí
Se acerca el Día de los Santos, fecha en la que nos apresuramos a visitar el cementerio, limpiar lápidas y comprar flores frescas, que sustituirán a las de plástico o tela que han acompañado a nuestros difuntos durante todo el año. Es una costumbre ancestral honrar a nuestros muertos, y no la critico, pues no cuesta nada ofrecerles unas horas de nuestro tiempo. También podemos honrarlos dedicándoles nuestros pensamientos, para recordar los momentos felices que vivimos junto a ellos. No es fácil decir adiós, máxime si la persona que se marcha es joven. Lamentablemente, llevo a cuestas una mochila repleta de despedidas de seres queridos, algunos de ellos, a una edad temprana. Me queda el consuelo de que seguirán vivos mientras que yo los recuerde y me gusta pensar que me acompañan en mi camino diario, que me levantan cuando caigo, que me sonríen cuando estoy triste, que me abrazan cuando necesito consuelo. Y no es que crea en los fantasmas, ni siquiera sé si creo en la vida eterna, pero ellos son parte de mí, ayudaron a construir la persona en la que me he convertido. Por eso, hoy quiero dedicar este artículo a mis padres, a mi hermana, a mi sobrina y a todos aquellos que perdí en el camino de la vida.