Parches y más parches
Las victorias de la izquierda en Inglaterra y en Francia indican que la socialdemocracia no ha dicho su última palabra. Claro, no vivimos en tiempos de François Mitterrand ni de Olof Palme, por circunstancias que ahora no habría tiempo para detenerse, pero la cosa no pinta tan mal. Aquí en España, recientemente, Pedro Sánchez contuvo también a la pretendida coalición de la derecha con la extrema derecha, y hubo una reacción popular importante al respecto. El electorado, aunque a veces no nos guste, no es tonto. A veces, ciertamente no se toma los comicios con el mismo interés, como pasa con las Europeas, pero suele tener claro lo que quiere y lo que no. Y se equivoca, por supuesto, como cualquier ola colectiva, en el seno del discurso que representa y esgrime. Va por olas, evidentemente. Desde que España es democrática ha habido relativa alternancia entre la derecha conservadora y la izquierda socialdemócrata. Si analizamos con distancia, siempre se ha dicho que la derecha es una buena gestora, y no hay engaño en esto. ¿Pero qué quiere decir? Pues que se dedica a administrar lo que ya hay, si no a ir carcomiéndole poco a poco lo que la izquierda ha ido construyendo, al menos desde los años 80, lo que se llamó el Estado del Bienestar. Una comunidad autónoma importante en cuanto a población, pero no en cuanto a economía, como Andalucía, tuvo que luchar denodadamente durante décadas para obtener unos servicios públicos a la altura del resto del país, léase Cataluña, Madrid y el País Vasco principalmente; y el despliegue de riqueza que eso conllevó, refrendándose en el año 92 y la Expo de Sevilla. Aquí en Jaén todo eso fue después, ya se sabe, pero ahí fue evolucionando la cosa hasta que hace casi seis años —finales de 2018— llegó Moreno Bonilla, de la mano de Juan Marín, que ahora vive holgadamente como presidente del Consejo Económico y Social de Andalucía, en pago por la ayuda prestada entonces. Aprovechó el desgaste del PSOE, como los ERE, que ahora vemos que no fue como se aireó. Desde que la derecha se encuentra en el poder, observamos con nitidez la degradación de los servicios públicos. Los ejemplos son tantos que no hay lugar aquí. Los recortes en las universidades son tremendos, un palo para el desarrollo del conocimiento frente a la potenciación de las privadas: este año contamos con tres más. Quieren que volvamos a ser una comunidad autónoma sumisa e ignorante, y que nuestra gente joven emigre a otros países, como en los tiempos de Franco. Nada más que por esto habría que suspender al gobierno de Juanma Moreno. Pero miremos la sanidad, con las listas interminables de espera, la degradación de las infraestructuras y los beneficios a las clínicas privadas, a las que se les vende el trabajo, que bien podría hacer la pública. O veamos las carreteras andaluzas, las autovías, todas parcheadas y sin proyectos. Recuerdo vivamente que en la campaña electoral de 2018, y se puede buscar en la hemeroteca, pues este periódico dejó constancia, los políticos del PP esgrimieron la promesa de realizar la autovía Torredonjimeno-El Carpio, que tanta falta hace. A día de hoy, ¿qué hay de nuevo en cuestión de carreteras en Andalucía? Parches y más parches.