Paraíso seguro

Cuando uno va a una agencia para preparar un viaje, las imágenes de playas, piscinas de hoteles, monumentos, atracciones... se muestran en un idílico entorno casi privado, pero la realidad es que la masificación obliga a sortear las sombrillas tipo Matrix, a dar codazos para pillar una tumbona en la piscina, o a (no) disfrutar de un cuadro entre una nube de móviles en alto. Y esto ocurre en toda bella ciudad... ¿toda?, ¡no!, una ciudad poblada por irreductibles jiennenses resiste todavía... aquí el privilegio de disfrutar casi en privado de la portada de su majestuosa Catedral es posible, como comprobó cierto “influencer”, pero... ¡quejándose de esa exclusividad! Contestaciones en tromba en defensa de este paraíso del turismo postpandémico seguro, y la gran mayoría invitándole (nuestro mayor tesoro es nuestra calidad humana) cortésmente a volver. Pero esa masiva reacción (incluso la no tan amable) hay que reconducirla, el que un “instagramer” diga que “está todo cerrado y no hay gente” es, en positivo, un deleite, en turismo de paz y sosiego, pero a la vez es una alarma del tremendo desempleo y la fuga obligada de nuestros jóvenes. Ante esto último sí que hay que levantarse bravos y generar TT de #Jaén diarios.