¿Para qué el aforo de la Junta?

Un profesor de Sociología que tuve en la facultad, el profesor Murillo, ironizando clasificaba las mentiras en pequeñas, grandes y estadísticas; cincuenta años después, lo recuerdo mucho y me confirmo en su teoría. El aforo de producción del olivar andaluz que publica la Junta es un buen ejemplo; resulta —no sé si con cocina o sin cocina— que ogaño pronostican una variación en Jaén con respecto al anterior de solo el -31’6% y para Andalucía del -32’7%; con salir al campo se desmiente: con pluviometría adversa y el olivar estresado tras una cosecha récord, los agricultores, que son los que saben, bajan —tomen nota— menos del cincuenta por ciento y muchos de solo un tercio. ¿Para qué sirve un aforo público? En un mercado imperfecto con atomización de la oferta frente al oligopolio en la demanda, la asimetría en la información no parece razonable; reglas iguales para todos. Comentario de un productor: “el resto de países juegan al póker con el mercado español”; añado: no es póker abierto, aquí solo muestra sus cartas uno, el agricultor, o —mejor dicho— la Administración obligada a protegerlo. En esta partida, como en todas, creo que lo mejor es que los mirones se limiten a “dar tabaco”.