Otros virus

25 may 2020 / 13:23 H.
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Los políticos no suelen destacar por sus conocimientos, sencillamente porque no se deciden a aprender. Se valen de frases hechas que van utilizando unos y otros según las circunstancias. Ya se sabe, que sí tú más, que si anda que tú, que si que más quisieras tú y cosas así propias de un diálogo de besugos pero que sirven en un mundo político donde la ambición de todos es la misma, o sea, intentar obtener el poder a cualquier precio para gobernar el país a propia conveniencia. Todo esto medio saben manejarlo porque es lo que se viene haciendo desde toda la historia de la humanidad. Lo que cambia mucho las cosas es el hecho de que surja —como es el caso— una pandemia universal que ha roto todos los moldes conocidos, esos de andar por el Congreso. Esta grave situación ha dejado a los políticos sin nada que decir, pero como no los ha dejado sin voz, siguen metiendo la pata cada vez que abren la boca.

Hasta hace unos días, José Luis Abalos era objeto de críticas al ser acusado de mantener reuniones ilícitas con una política venezolana del gobierno de Maduro. Hoy, Abalos. ministro de Transportes, Movilidad y Agencia Urbana, es noticia como víctima de los escraches sufridos por su familia, especialmente sus hijas, en su propio hogar por parte de la extrema derecha. Algo muy mal hecho. José Luis Abalos ha llegado a declarar que “se está luchando contra dos virus, el de la covid-19 y el del odio”. Ya no se acuerda que la izquierda también protagonizó cantidad de escraches acosadores no hace tanto tiempo. Se comprende porque se sabe que los políticos tienen una gran facilidad para olvidar, por eso no les cuesta trabajo ser tan embusteros.

Mientras, el tiempo que nos deja libres el confinamiento cada uno lo dedica a lo que prefiere y lo que a mí me mola es dedicarlo a observar el comportamiento de nuestros políticos aún sabiendo que me voy a cabrear porque su conducta es deplorable. Si Pedro Sánchez adivinara lo que pienso —y pensamos muchos españoles— de él y su gobierno durante el tiempo muerto de los confinamientos, no decidiría más prórrogas del estado de alarma. Pero tampoco creo que le preocupe demasiado lo que los ciudadanos podamos pensar mientras sea él el único que puede hacer realidad aquello que piensa. De todas maneras, antes o después, si es que por fin todos los ciudadanos ponemos sentido común y un sentimiento solidario, llegará el día en que podamos hacer otro tipo de vida, que tampoco será una vida normal cuando la ruina económica se ha asentado en millares de hogares y sigue llamando a la puerta de otros muchos miles más para meterse dentro de ellos como otro virus vorazmente destructor.

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