Olympe de Gouges

    29 may 2020 / 16:42 H.
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    Por qué reírse de la brutalidad ideológica, de la intolerancia intelectual, del odio al cuerpo, del desprecio a las mujeres, del placer por el dolor, del desdén de nuestro mundo y la realidad en nombre de un paraíso de pacotilla, entre otras muchas cosas, cuando mi religión tiene eso mismo que me provoca risa al referirme a otras? Todos los monoteísmos aceptan y legitiman sus delirios, sus histerias, su integrismo y por supuesto rechazan los de los otros. Las religiones monoteístas aborrecen a las mujeres. Eso sí, las religiones del libro tienen mucho amor para las madres y las esposas. El cristianismo, el judaísmo y el islam salvan a las mujeres de su maldad y de su negatividad, consustanciales a ellas, con dos soluciones: primero, casarse con un hombre y, luego, darle hijos. La esposa y la madre ya se encargarán de matar lo que pueda quedar de femenino en ellas para tranquilidad del varón. Los rabinos, los curas y los imanes cuentan con que ellas atenderán a sus maridos, se ocuparán de los problemas del hogar, cocinarán, alimentarán a sus niños y a la vez los cuidarán y educarán. Para los cristianos y los judíos la mujer fue creada como un accesorio secundario, surgió de una costilla según el Génesis, de un despojo retirado del primero, del macho, del cuerpo principal; la hembra es un fragmento, el resto, algo insignificante.

    Para los musulmanes según el Corán fue también creada en segundo lugar, aparece ahí como la mujer de Adán, pero además en este libro nunca se le nombra, apenas es un signo, algo innombrable. Desde entonces esa mujer debe pagar el más alto precio para todos ellos. El pecado original, la culpa, la voluntad de saber —en estas religiones el odio a la mujer es similar al desprecio por la inteligencia o el conocimiento— se deben a la decisión de Eva. Adán es el que sí es sumiso, el memo que busca la felicidad con el obedecer y someterse. Cuando la serpiente decide charlar lo hace con la mujer y dialoga con ella para tentarla y, por supuesto, es fácil llegar a la conclusión de que la mujer es mujer tentadora desde entonces. La mujer estará maldita para la eternidad y su cuerpo; se añade más odio sobre ellas al enfocar este sentimiento también hacia el deseo, el placer y la vida que ellas representan para los hombres.

    El puesto que ocupa en la creación, su responsabilidad de la culpa, el modelo de existencia que se le adjudica, todo es merecido por ser mujer. Ese cuerpo maldito representa además el mal absoluto: una mujer estéril o que por la sangre menstrual esté infecunda es el mayor peligro, ya que puede llevar a la sexualidad pura, al sexo disociado de la procreación. De esa impureza viene también la condena a los homosexuales desde los tres monoteísmos: su sexualidad impediría las funciones de madre, de padre, de esposa y de esposo. También es común a los tres monoteísmos censurar el aborto.

    Para los tres monoteísmos la familia implica niños; para el judaísmo es la condición de supervivencia del Pueblo elegido, para los cristianos es una forma de ver crecer y multiplicarse, para los musulmanes es una bendición del Profeta, y para los tres es un límite insuperable, la unidad básica de sus comunidades. Cualquier cosa que intente poner trabas a esa concepción metafísica de sus tasas de población despertará la ira de esos monoteísmos

    Pienso que las mujeres llevan demasiados siglos pagando una factura del monoteísmo que no les corresponde. A esto se le añade ver cómo hoy día con las ideologías liberales se ha hecho de ellas una fuerza productora de trabajo, también de sexo, de vientres de alquiler, de familia, de óvulos, de leche, de úteros... Las mujeres siguen siendo las víctimas ideales y creo que deben alejarse de ese feminismo de mesa de camilla de los igualitaristas a favor de un feminismo radical que exija la igualdad total entre hombres y mujeres. Después de casi 230 años deberíamos exigir todos la aplicación inmediata de la declaración de los Derechos de la Mujer redactada por la escritora Olympe de Gouges una simpatizante girondina que fue enviada por Robespierre a la guillotina...

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