Ocupados y parados

Créanme que esto de contar el número de ocupados y el de desempleados que hay en un momento temporal determinado en España es una tarea alto tediosa y compleja, y que nos lleva a resultados dispares según la fuente estadística que consultemos y, por supuesto, a interpretaciones muy alejadas según el analista de turno, sobre todo si son los partidos políticos o sus medios afines. Cuando se publica la Encuesta de Población Activa (EPA), las afiliaciones en alta laboral a la Seguridad Social o el paro registrado por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) —antiguo INEM— asistimos pasmados a conclusiones muy distantes en función de la “ideología” versus “intereses electorales” del intérprete que nos traslada su juicio. Así, unos se detendrán en la variación intermensual o intertrimestral, mientras que otros lo harán observando las tasas interanuales. Habrá quien priorice los datos de ocupados de la EPA, al tiempo que otros enfatizarán las afiliaciones a la Seguridad Social como más representativas. Los de un lado nos dirán que lo más aproximado a la realidad del mercado de trabajo son los datos de desempleo estimados por la EPA, al tiempo que los del otro extremo abogarán por hacerle mucho más caso a las cifras del paro registrado por el SEPE. Tras la última reforma del mercado laboral hay quienes sostienen que, gracias a ella, se ha reducido drásticamente la temporalidad del empleo, mientras que los de enfrente dirán que la figura de los “fijos discontinuos” no es sino una forma de encubrir el desempleo y pasar al segmento de los fijos a quienes siguen teniendo un empleo temporal.

Llegados a este punto se preguntarán sobre cuál es la verdad, sobre a quién creer, sobre qué fuente estadística es la más veraz, sobre si es más conveniente analizar las cifras en términos intermensuales o anuales, así como si debemos comparar las cifras actuales con las previas a la guerra de Ucrania, con las de la época prepandémica o las anteriores a la crisis de 2008. Yo, que soy un avezado lector de prensa, les puedo garantizar que de todo he encontrado. La primera cuestión que debemos abordar es sobre la metodología de la fuente estadística de turno. Así, la EPA es una encuesta trimestral que se realiza a una muestra aleatoria de 65.000 familias o, lo que es lo mismo, a unas 200.000 personas, por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE), y que clasifica a la población según su relación con la actividad económica en activos e inactivos, ocupados y parados, además de contemplar en cada una de estas categorías la edad, el sexo, el sector de actividad, etcétera. Por su parte, el paro contabilizado por el SEPE es un registro administrativo, cuyos datos se dan a conocer mensualmente, considerando “demandante de empleo” a toda aquella persona que solicita un puesto de trabajo, esté desempleado o no, ante las oficinas de empleo. Para tasar el paro registrado se restan a los que ya están ocupados y a algunos otros grupos. Por último, la Seguridad Social contempla las afiliaciones en alta laboral, de las que están excluidos algunos colectivos, tales como los funcionarios de Muface y otros.

Cuando me preguntan sobre la fiabilidad de las fuentes, suelo contestar que todas lo son. Lo que ocurre es que se elaboran de forma distinta y miden aspectos no siempre coincidentes. Con todo, la que suelo utilizar en mis estudios económicos es la EPA y observo la evolución siempre en términos interanuales, para evitar las variaciones debidas a factores coyunturales. Además, piensen que es una encuesta que se pasa a unas 200.000 personas (los sondeos políticos y de opinión se hacen a muestras que apenas rebasan los 1.000 encuestados), por lo que es la que mejor refleja la situación del mercado laboral. Pues bien, la EPA del cuarto trimestre de 2022 estima 3.024.000 desempleados, siendo 2.837.700 los parados registrados en diciembre por el SEPE. Entonces, ¿Cómo es que algunas obras se paralizan por falta de albañiles especializados?, ¿Cómo es que faltan camareros?, ¿Es verdad que en España hay 145.053 puestos de trabajo sin cubrir? No lo entiendo, o sí, ya les contaré.