Nuestro buen obispo Amadeo

    24 nov 2021 / 16:21 H.
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    Desde su Extremadura natal, tras servir a la Iglesia allí más de 45 años, llegó a Jaén por Sierra Morena visitando a la Virgen de la Cabeza, patrona de la diócesis. Prometió y ha cumplido algo que entonces no estaba muy extendido: quería “oler a oveja”, estar cerca del redil para servir al Pastor. Ha sintonizado muy bien con sus diocesanos, sacerdotes, personas e instituciones del Santo Reino y en todas partes lo aprecian y lo quieren. En poco tiempo ha recorrido muchas veces las rutas y caminos del bosque olivarero visitando parroquias y conventos, con sencillez, sin boato, hablando de Dios, que es misión del obispo; cumplida la edad presentó su renuncia al Papa y —broma aparte— le ha sido aceptada; será obispo emérito de Jaén, y si se queda podrá ayudar. En su tierra y en Plasencia hay cigüeñas en las torres, aquí pocas, una despistada ha pretendido hacer ruido pero le faltaba campanario; el bueno de Don Amadeo, dedicado a conocer pueblos y gentes, impartir sacramentos y apacentar su grey, pasa de “política eclesiástica”; siempre estuvo donde debía estar; ahora recibe con gozo a quien viene a sustituirle en nombre del Señor y le va a transmitir el olor y el calor del rebaño.

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