Nubes de primavera
No siempre se dejan ver en el cielo, pero no existe un día del año en el que no surjan negras nubes interiores que invaden el alma y empañan el ánimo de alguien. Hoy, en plena primavera, dos de esas nubes me han afectado a mí motivadas por la pérdida de dos grandes amigos de siempre, con los que conviví y compartí muchos días de mi vida. Primero, el día 27 de abril, falleció Juan Bautista Castellano, un hombre que fue muy popular en nuestra ciudad, sobre todo porque fue presidente del Real Jaén durante las temporadas de 1967 a 1970, la primera de ellas estando el equipo jiennense en Segunda División. Durante esos años nuestra convivencia fue intensa y entrañablemente amistosa y cordial. Una amistad forjada gracias al fútbol pero que no se rompió jamás, aunque con el paso de los años y el cumplimiento de las obligaciones laborales nos vimos poco en los últimos tiempos.
Juan Bautista siempre se definía como un albañil-albañil, de los antiguos, de los buenos, como él decía, pero sus sueños juveniles fueron los de ser torero, tanto que llegó a hacer algún paseíllo luciendo el traje de luces.
Pero pronto dejó su sueño y se volcó en su oficio de siempre: la construcción. Y la suerte acompañó su incansable trabajo. Tuvo una época de comodidad de la que gozaba su numerosa familia. Luego le entró la fiebre por el fútbol y ahí no tuvo tanta suerte. También apoderó a varios toreros, como Morenito de Jaén y Valentín Rivas, e incluso llegó a ser empresario de la plaza de toros de Villanueva del Arzobispo. Pero la mala suerte se cebó en él y se fue retirando de toda actividad e incluso solía salir poco a la calle, a no ser para tomar un vino en el Pepón. He sentido en el alma su muerte, sobre todo porque creo que estuvo muy solo en sus últimos años. El pasado viernes, fue José Sánchez Cobo de Guzmán quien nos dejó para siempre. Un hombre poco mayor que yo, hermano de Pedro, mi mejor amigo en mi juventud, al que conocí cuando los dos éramos casi unos adolescentes. Pepe, sus hermanos y sus padres formaban una familia entrañable, muy unida y muy afectuosa. Pepe fue durante varios años presidente de la Peña Deportiva Real Jaén y, hasta que la enfermedad le puso coto, fue un leal e incansable seguidor del equipo blanco. Dos amigos como Juan y Pepe ocupan mucho espacio en el corazón, tanto, que nunca los olvidaré.