No todo es oro líquido

    01 may 2017 / 19:09 H.

    Vamos a presumir un poco: Jaén es la provincia española con más superficie protegida. Uno de sus cuatro Parques Naturales; el de Cazorla, Segura y las Villas, con más de 200.000 frondosas hectáreas de bosque, es el mayor espacio natural protegido de España y uno de los mayores de Europa. De todas las cosas extraordinarias de esta provincia, me quedo con sus bosques. Me gustan los bosques. Son como la vida: Generadora, caótica, repentina, profusa, indeleble. Son el territorio que mejor dibuja la belleza sin superlativos, sin artificios, sin emociones extremas. Me gustan porque a pesar de tener dimensiones tan grandes no me hacen sentir diminuta. Me aceptan. Cuando camino por un bosque, todo desasosiego se rebaja a una premisa básica: Dejarse ir. Tan simple y tan difícil. Además, estar ahí es como bucear, mínimamente, eso sí, por las aristas de la desobediencia civil, de las reivindicaciones sociales, del inconformismo. A cada paso siento un atisbo de lucha contra el consumo, las marcas y sus oscuros intereses comerciales. Ya puestos, también podemos presumir con la frente muy alta —la lengua muy larga y la falda muy corta— de que la provincia de Jaén es el mayor productor mundial de aceite de oliva. Sabemos que gran parte de la economía jiennense está basada en el monocultivo del olivo. Esta obviedad sirve para que ahora realicemos un experimento mental. Imaginemos que volamos sobre Cazorla a lomos de un águila gigante... Está bien, simplifiquemos la fantasía. En un tiempo en que un dron sirve para comprobar que Estados Unidos instala escudos antimisiles en Corea del sur, bastaría con imaginarnos sentados frente al ordenador viendo lo que ha grabado un dron que sobrevuela el Parque Natural de Cazorla y que nos acaba demostrando que 150.000 de sus 200.000 hectáreas de bosque han sido arrancadas y quemadas para plantar olivos. Sería una catástrofe. Pues esa misma deforestación está siendo ocasionada por las plantaciones de aceite de palma en la de la selva hondureña. Entre 2004 y 2017, la superficie de palma africana se duplicó en Honduras, pasando de 69.000 hectáreas a cerca de 150.000. El presidente Juan Orlando Hernández al inicio de su gobierno, en 2013, prometió duplicar los cultivos. Y lo está cumpliendo. Por desgracia no es el único país. Indonesia ocupa el tercer puesto en el ránking de países emisores de gases de efecto invernadero por deforestación, detrás de China y Estados Unidos. En la última mitad de siglo, se han talado, quemado o degradado cerca de 74 millones de hectáreas de bosque en el país. Hablamos de una superficie equivalente a España y dos veces Portugal. Como consecuencia, están desapareciendo las últimas poblaciones de orangutanes, y de rinocerontes de Sumatra y Java, que no hace mucho se extendían por todo el sudeste asiático. Reconozco que hace unos años esta situación que ahora me resulta insoportable me hubiera parecido lejana y ajena. Debe ser la edad, o creer que las fronteras son una falacia y que solo existe una casa común, o el estupendo trabajo de concienciación de algunas organizaciones no gubernamentales. Pero creo que desde la otra punta del planeta podemos realizar actos cotidianos que suelen parecer insignificantes y sin embargo influyen sobre la economía, los derechos humanos y el medio ambiente. Si conocemos la historia de las cosas, si hacemos por saber algo sobre los productos que consumimos, tenemos el poder. Se puede conseguir que empresas multinacionales que operan en países en vías de desarrollo con escasa legislación protectora y cuyo PIB depende de los ingresos de muchas de estas empresas, dejen de destrozar el planeta. Un simple acto de elección con un carro de la compra puede boicotear la popular crema Nutella, quizá uno de los más representativos productos hechos con aceite de palma, como un mensaje político en contra de explotaciones. Si usted o yo rebuscamos ahora mismo en nuestras alacenas o baños seguramente encontremos productos hechos con palma: Margarina, helado, palomitas, chocolates, patatas fritas, champú, jabón... pero quienes compramos sabemos que no todo aceite es oro líquido.