No tenemos remedio

    09 may 2020 / 10:09 H.
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    Justos de personal, casi en cueros y faltos del instrumental médico para combatir a esta pandemia, los trabajadores de la sanidad pública cogieron las riendas de esta lucha y desde el primer momento demostraron la honestidad que va en el ADN de su oficio. Desbordados como estaban por la fiereza y el sigilo con la que ataca este desconocido enemigo, hubo que improvisar hospitales de campaña, aumentar recursos humanos y buscarse la vida en el exterior para comprar equipos y material del que aún andamos escasos. Pusimos nuestras vidas en las mejores manos que este país ha tenido desde siempre, los empleados sanitarios. Los hemos visto sufrir, llorar por los fallecidos, contagiarse y morir por salvar vidas. Cercados por la orilla de esa urgencia, abrimos nuestros corazones en agradecimiento a su valentía y sacrificio. Aprendimos a reprimir cotidianas costumbres, a sentirnos responsables y a mirar con otros ojos la nueva vida. Pero ha bastado que el enfermo mejore un poco, para que olvidemos que aún no hemos ganado. Como en todo enamoramiento por conveniencia, veo que estos últimos días hay más gente en la calle, que aplaudiendo en las ventanas.

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