resigno

    04 feb 2019 / 17:40 H.

    No me resigno a que se cuestionen derechos adquiridos por las mujeres. No tengo derecho a resignarme. De por medio hay muchos cadáveres, y no podemos dejar que su sacrificio haya sido en vano. Mujeres que se atrevieron a denunciar, siguiendo la senda marcada por Ana Orantes, la primera víctima que describió ante una cámara de televisión el infierno que había vivido. Como recompensa, su marido la bañó en gasolina y la dejó morir abrasada. Mujeres que levantaron la cabeza y dijeron “basta”, y se marcharon con el corazón encogido de miedo, a veces, arrastrando tras ellas a unos niños inocentes. Que perdieron la vida o algo peor, a sus hijos. Que tuvieron que contar su historia ante policías y jueces poco, o nada, concienciados con el maltrato. Se ha avanzado bastante desde la muerte de Ana, la violencia de género ya no se considera un asunto de familia sino un problema social, pero aún queda mucho por hacer. Quizás la ley que tenemos no sea la mejor, quizás haya mujeres sin escrúpulos que se aprovechan de ella, pero no podemos derogarla sin más. No me resigno a seguir contando cadáveres para hacer frías estadísticas, porque detrás hay unos padres, hermanos, hijos, amigos y un proyecto de vida destruido.