No me des lecciones

Haz lo que yo te digo, pero no lo que yo hago, debiera haber sido el epitafio del ínclito Errejón en su comunicado de renuncia al cargo, lo único que hubiera sido creíble, al parecer. Es lo malo de tener la superioridad moral y ejercerla mirando por encima del hombro a todo hijo de vecino, como si la Verdad te hubiera correspondido el día de Vistalegre a modo de Pentecostés. Pero sí, los “vendemotos” de lo políticamente correcto son los elegidos entre los votantes y los dirigentes de los partidos políticos, no se nos olvide. Creo que para ser superior en algo e ir poniendo caritas por las calles y los medios de comunicación, hay que valer mucho más, hay que aplicar coherencia en todo, aunque dejemos de pisar moqueta y madera, o de tocar pelo, que es de lo que se trababa y a lo que había venido el rufián. Pero estos son los que tenemos puestos en los sillones-ball, como diría mi padre. Nadie está en posesión del pensamiento correcto, casi todo es discutible, siempre que no se agreda a prójimo con ello. Por eso no creo en la autoridad moral, sino en las personas como Dios manda.