No los vas a ver más

¿De quién son los hijos? Me atrevo a responder, aunque suene a perogrullada, que los hijos no son propiedad de los padres, porque desde su nacimiento están bajo el paraguas de las leyes que los amparan y protegen, con independencia de la salvaguarda que les deban prestar sus progenitores, esos que tanto los quieren. El ejercicio de la maternidad y la paternidad es mucho más que tener hijos, es un acto de generosidad con el que das sin esperar nada a cambio. El problema surge cuando los progenitores ven a sus descendientes como un objeto más de su propiedad, un instrumento que pueden utilizar para dañar al otro cónyuge. A este tipo de violencia se le denomina vicaria, porque se dirige a los menores en sustitución del otro progenitor. Los adultos utilizan la violencia perpetrada en los hijos para generar daño a sus parejas, pudiendo llegar incluso a provocar la muerte de los menores, con el único objetivo de causar el mayor daño inimaginable a su pareja ¿Qué es más poderoso, el amor a los hijos o el rencor a la pareja? En el triste supuesto de decantarnos por la segunda opción, el desenlace puede ser fatal, pues como decía Miguel Mihura, el rencor es la caja de caudales de la maldad.