No en mi nombre

Corren malos tiempos para los políticos: servidores públicos que gestionan nuestros recursos, usándolos. Hace muy poco, todos cometieron una desfachatez. Dejar que los asesinos cobardes que mancharon de sangre la reciente historia de España salgan antes. Y todos todetes han votado a favor. Da igual que las víctimas les avisaran antes de sus oh merecidas vacaciones, señorías. Da lo mismo que se la colaran entremezcladas con otras leyes. Una de las obligaciones legales de cualquiera es leer lo que firma, lo que vota. Votar lo cerciorado. Que entre dieta y dieta da tiempo, sus altezas y altezos. ¿Solución? La hay. Pero prefieren echar la culpa al otro que rectificar. Tú más. Es que. Pero... Y cuantos típicos tópicos puedan ofrecernos los loritos de opinión expresada sincronizada. Habla su amo y ellos repiten. Y no. Ustedes no me representan. Ustedes no pueden desenterrar a unos y sacar a la calle a otros. No en mi nombre. Sufrimos mucho los que mirábamos debajo del coche cada mañana, rezábamos porque la lotería del ejecutor no tocara en nuestras cabezas. La historia se escribe con hache. De honestidad. De honor. De hermanos. De hijos. De hambre, que deberían pasar si nos hacen pasar esto... ¡hombre!