Nebulosas

17 sep 2020 / 16:53 H.
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Se hace difícil comprender lo que ocurre. Hablo de la pandemia provocada por la covid1-9 y creo que en este asunto hay demasiada opinión y poca información sistematizada. Sigo con el máximo interés todas las noticias sobre la cuestión a mi alcance, y veo que todo se está volviendo más confuso. En su inicio, los países y gobiernos pertinentes se vieron sorprendidos por la magnitud y extensión del virus, que se ha convertido en un problema global y donde la coordinación —a pesar de la OMS— ha brillado por su ausencia. Nos enteramos entonces de que los países más desarrollados no disponían del material sanitario suficiente, y que éste se fabrican mayoritariamente en China o India, de manera que la compra de los mismos se convirtió en una especie de mercado persa donde imperaba el “sálvese quien pueda”. Ha sido triste y decepcionante esta ceguera de las naciones para encarar un problema de toda la humanidad. En España y en la primera ola, los resultados han sido trágicos, fundamentalmente para las personas mayores y en contagios para el personal sanitario. El confinamiento y demás medidas adoptadas consiguieron detener temporalmente la transmisión. Esto sí es una certeza. Se detectaron grandes lagunas en el envío y calidad de los datos sobre la pandemia, en la inexistencia de rastreadores y sobre todo, se pusieron de manifiesto las debilidades en el nivel primario de la atención sanitaria. Falta personal en unas profesiones que han soportado el gran peso de esta dramática situación. Espero que no se olvide su justa compensación y reconocimiento.

Aquí, lo decepcionante ha sido la falta de apoyo y colaboración de gran parte de los partidos políticos (con honrosas excepciones), con las medidas que inevitablemente hubieron de tomarse. La actitud y los debates en el Parlamento de algunos líderes me han provocado vergüenza e indignación. Si no encontramos unidad en esta tragedia, ¿cuándo va a haberla? Luego vino la desescalada y esos eufemismos llamados “nueva normalidad” y “co-gobernanza” que lo único que encubren es el haberse plegado a las presiones de los sectores económicos y a las comunidades autónomas. Ha llegado la segunda ola, donde a pesar de tener más conocimientos y más medios, siguen aumentando los contagios y se van llenando los hospitales; faltan rastreadores y el personal sanitario y educativo que se necesita.

Por otra parte, tampoco se ha salvado la temporada turística, que era lo que había tras esa precipitación en la desescalada, y todo indica que va a ser difícil recuperar en algunos años el liderazgo en el sector. Sinceramente yo estaba más tranquila cuando la situación la controlaba el Gobierno de España, al que ahora le reprocho el haber cedido tan pronto y precipitadamente las competencias que le confería el Estado de Alarma. Lo que en la primera ola hubo de imprevisión y errores, a pesar de su dureza, puede encontrar justificación en el advenimiento de la magnitud y de la extensión de un virus desconocido mundialmente, pero en esta segunda ola lo que ocurre ya se va pareciendo más a una injustificable negligencia o incompetencia general.

Nos estamos perdiendo en un discurso confuso y contradictorio de informaciones que provienen de cada Comunidad. Urge una evaluación científica y profesional e independiente que nos explique lo que está pasando y las medidas que hay que tomar. Ahora hay demasiado ruido, escasa colaboración y confusa información.

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