Navidades para desconectar

17 dic 2025 / 08:30 H.
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Probablemente y teniendo en cuenta que pareciera que el mundo se acaba laboralmente este mes y que vivimos envueltos en un clima de antipatía política, todos tenemos enromes ganas de hacer una pausa y disfrutar de los reencuentros en estas navidades que empezaremos en unos días.

Serán las primeras navidades sin el papa Francisco y las primeras del nuevo papa León XIV, quien con toda probabilidad insistirá en la paz en su mensaje urbi et orbi del próximo día 25. Seguimos teniendo abiertos los mismos conflictos internacionales y España cierra 2025 con una fotografía sociopolítica de contrastes: la economía ha aguantado mejor de lo que muchos pronosticaban, pero la política ha seguido instalada en una lógica de bloqueo intermitente y una tensión institucional que llega a ser insoportable, acrecentada en las últimas semanas por los escándalos por acoso de algunos dirigentes socialistas. El balance del año a pesar de todo no es el de un país en crisis, sino el de un país que funciona “a tirones” y avanza en algunos frentes, a pesar de esa sensación de provisionalidad como telón de fondo. Si hubiera que escoger una palabra para describir el clima político del año, sería “desconfianza” y una fatiga democrática, por la cantidad de reglas de juego democrático que se están rompiendo. La última, la sentencia del Tribunal Supremo en el caso del fiscal general, en el que por primera vez se condena a alguien sin pruebas. En el plano macro, España termina 2025 con un crecimiento sólido: el avance del PIB se sitúa alrededor del 2,9%. Aunque el bienestar social no se juega en el PIB, sino en la nevera y en el alquiler. La inflación se ha parado pero el coste de la vida sigue creciendo y de ahí que vivamos entre el “España crece” y “a mí no me llega”. Esa disparidad entre el dato macro y la experiencia cotidiana ha sido combustible político para todos: para el Gobierno, que ha defendido medidas de protección y redistribución y para la oposición, que ha insistido en que la mejora no se traduce en bienestar suficiente.

2025 confirma que la vivienda ya no es solo un problema en algunas ciudades. Es un problema social. Será necesaria al menos una década para resolver el déficit de vivienda pública que hemos acumulado en España desde los inicios de siglo. Es urgente que todas las administraciones se pongan de acuerdo para revertir esta situación, porque se necesita el suelo, el dinero y los marcos regulatorios de las tres administraciones.

Pero sin duda el elemento más distorsionante de esta locura de 2025 ha sido el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, que está alterando todos los equilibrios en seguridad y relaciones transatlánticas. Ya está consiguiendo penetrar en todos los países latinoamericanos como en los años 80, cuando EE UU quitaba y ponía presidente en América latina y ahora se ha propuesto destruir Europa. Necesitaremos más que convicciones para parar todas las agresiones que estamos sufriendo como región. El balance sociopolítico de 2025 podría resumirse así: España ha mantenido el pulso económico, pero la gobernabilidad ha sido frágil, y la polarización persiste y destruye nuestra democracia. Esperemos que la navidad nos provea de un buen momento para la reflexión y el 2026 se mejor.

Recordando al papa Francisco en el inicio del Jubileo en 2024 hay que abrir una “puerta” de esperanza y reconciliación, invitando a abrir el corazón al perdón y a la misericordia para derribar muros de odio y divisiones.

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