Nanas de la cebolla
Aunque adicto a la música y a la poesía de Sabina he de reconocer que el disco de mi vida es de Joan Manuel Serrat y más concretamente su noveno álbum en el que el cantautor musicaliza poemas de Miguel Hernández, este mítico disco lo grabó en 1972, año en el que yo era universitario, edad en la que uno además es un tanto romántico por no decir mucho. Serrat, como es conocido, pidió permiso a Josefina Manresa, viuda de Miguel Hernández, para afrontar ese proyecto y una vez terminado se lo llevó para que lo escuchara, no sin antes tener la previsión de ir con tocadiscos incluido ya que, la viuda del gran poeta “no tenía posibles para adquirir uno”. A uno se le hace un nudo en la garganta tan solo imaginando lo que esa gran mujer debió sentir en su corazón al escuchar la belleza de esa música y la grandeza de unos poemas que nacieron de un alma y un corazón únicos y que ella conoció como nadie. Entre esas canciones una de mis preferidas es la Elegía dedicada a su amigo Ramón Sijé, pero la que no tiene igual es Nanas de la cebolla, dedicada a su hijo, en unas circunstancias terribles, y que sale de las entrañas de un padre impotente ante la necesidad de un hijo. Es duro, muy duro saber lo que tu hijo necesita y no poder dárselo. Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca.