Mutualistas jubilados
Los errores son inherentes a la naturaleza humana. Todos nos equivocamos. Y los gobernantes, también. Pero igualmente es cierto que la experiencia nos muestra, casi siempre, algún remedio, derivado de la estabilidad. Es el adagio “Rectificar es de sabios”. Pues vamos a partir de esta premisa. Quede claro que no tengo intención de arremeter, sin ton ni son, a los que piensan o actúan de una forma u otra. Sé, sabemos, que las medidas que se anuncian respecto a los funcionarios del Estado son preocupantes, como mínimo. Si a esta alarma añadimos que la mayoría de los afectados son, somos, jubilados, gente de buena voluntad, pacificadores, sin más pretensión que mantener un status de tranquilidad, muy merecida tras decenas de servicio, que, por cierto, en la mayoría de los casos, no fue demasiado satisfactorio en lo material. No hay que ser un sabio para deducir que ni somos millonarios ni privilegiados, como aseveran algunos. En nuestro haber sí se encuentran algunos logros sociales, que otros programaban y nosotros los hicimos realidad. Durante décadas hemos participado en afianzar el llamado “estado de bienestar”, que otros idearon. Se pretende imponernos la Seguridad Social, como única solución a la crisis económica provenida de la atención sociosanitaria. No hay que olvidar que los viejos mutualistas fuimos obligados a esta afiliación, sin consultarnos; que durante décadas venimos cotizando lo que ha correspondido, sin demasiado a cambio; que, ya jubilados, seguimos cotizando lo que se establece; que ahora que verdaderamente necesitamos la ayuda, nos vemos con la amenaza de caer en lo desconocido, sin saber cómo actuar o qué decidir; que muchos estamos en tratamientos especiales, con un programa concreto (entiéndase cánceres, pérdida de visión...); que cambiarnos a otro sistema conlleva el pesar, la desesperación ante lo desconocido, con un estado anímico deteriorado por las circunstancias de la vejez y los achaques; que hay otros cuerpos del Estado que no tienen ese problema; que... Se asegura que las compañías aseguradoras tienen pérdidas, que el negocio es el negocio, que... El caso es que las víctimas somos víctimas, de verdad. Algunos decimos que nos cobren o retengan algo más, pues se teme más a lo ignoto que a una nueva cuota o procedimiento. Otros proponen que la medida sea progresiva y que afecte a los que vengan, hasta rematar el proyecto. Los más ocurrentes vienen diciendo que del estado de bienestar estamos pasando al de malestar.