Microrrelatos en el ascensor

    12 dic 2024 / 16:39 H.
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    Gente más preparada y con una pluma más ágil y certera han descrito las situaciones de los usuarios de los ascensores, que son tan cotidianas y abundantes, que cualquiera puede contarnos lo que le pasó aquella vez... Siempre recuerdo la que me contaban unos amigos: en aquella comunidad de pocos vecinos había unas relaciones cordiales y educadas, patentes en los saludos, pequeñas conversaciones, etcétera. Los mayores, entre ellos, al igual que los niños. Pero no podemos decir lo mismo en las situaciones mixtas. Y he aquí nuestro caso: había una extraordinaria vecina, por su educación, cortesía, bondad, simpatía... que era tuerta. Coincidió en el ascensor con un matrimonio que llevaba en brazos a un pequeño, muy juguetón. Cuando el niño notó la deficiencia de la dama, se le acercó bruscamente y gritó: “¡Mamá, mira cómo tiene esta mujer el ojo!” Los padres no sabían dónde mirar y desearon que se los tragara la tierra. La magnífica mujer explicó al pequeño su problema, aunque dudo que el chico lo entendiera. Los padres respiraron profundamente, mientras que el niño quedó “in albis”.

    Lo peor de estas historietas es cuando estas situaciones embarazosas suceden en lugares desconocidos, en edificios de considerable altura, en hospitales, grandes almacenes, rascacielos... Díganme si no se han encontrado, alguna vez, en estos contextos ridículos. De saludos, nada, y si lo haces te miran con cierto desdén y piensan que eres un cateto de pueblo. Una vez que marcas o te marcan, con cierta falsa comprensión, comenzamos a subir o bajar, dependiendo. Y para que no nos ocurra lo que al niño, miramos para allá, para acá, para aquella lucecita, para la pantallita indicadora... El cuatro, el cinco, el seis... El gordo del rincón huele a sudor... La chica de al lado parece bonita, pero cualquiera mira... Vaya personaje tan desagradable el del abrigo; tiene cara de delincuente... ¿Estará en el despacho el abogado?... Anda, que si se va la luz... Qué podría pasar si este cacharro se parase... El otro día estuve a punto de caerme por el hueco por un despiste del mantenedor... En cada piso se bajaban o subían nuevos usuarios. Entiendo a mis nietas, que viven en una casa de dos plantas, sin ascensor. Qué descanso...



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