Metamorfosis

    24 sep 2024 / 09:13 H.
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    El pasado martes tuve la oportunidad de mantener una agradable conversación con un buen amigo, que anda el hombre algo aturullado con una idea que le ronda por la cabeza desde hace algún tiempo. Decía estar atravesando un período de relativa ansiedad, porque siente que ha llegado el momento de dejar de trabajar para otros y aventurarse en el apasionado y exigente mundo de convertirse en autónomo, como consultor independiente estratégico.

    Le hablé de la metamorfosis del mánager experimentado. Imaginen a este amigo, un mánager con mucha experiencia, una persona que ha pasado años, quizás décadas, navegando las agitadas aguas corporativas de diversas empresas. Ha sobrevivido a crisis económicas, fusiones y adquisiciones, reestructuraciones internas, y hasta a esa misteriosa reunión semanal que nadie sabe por qué sigue existiendo, pero que todos temen perderse. En resumen, ha visto y hecho de todo, y lo más importante, le ha ido bien.

    Sin embargo, ahora, este pedazo de profesional percibe que ya ha tenido suficiente de la vida en la gestión corporativa. No porque ya no pueda manejarla, sino porque, después de tantos años, ha alcanzado un nivel de sabiduría que siente que el mundo merece conocer. Es en este momento cuando ocurre esa metamorfosis.

    Cuando un mánager con experiencia decide compartir su saber hacer con otros empresarios, no solo está cambiando de carrera, está cambiando de vida. Y lo hace con la misma determinación con la que ha enfrentado cada desafío corporativo. Pero ¿cómo y por qué llega a convertirse en un consultor?

    El primer paso en la transformación de un mánager exitoso a un consultor independiente estratégico es un despertar. No, no hablamos de un despertar espiritual (aunque a veces puede sentirse así), sino de un despertar a la realidad de la vida corporativa.

    Después de años de madrugones, interminables reuniones que podrían haber sido correos electrónicos, y ese café de máquina que parece tener una vida útil de semanas, nuestro mánager se da cuenta de algo fundamental: ya no necesita soportar todo esto. ¿Por qué seguir sentado en una sala de reuniones mal ventilada cuando puede estar en una empresa facturando por asesorarles, entre otras cosas, a cómo evitar esas mismas reuniones inútiles? Pronto se da cuenta de que ha aprendido a identificar problemas antes de que ocurran, a motivar a equipos enteros con solo una palabra (o un sutil comentario), y a mantener la calma en medio de un huracán corporativo. Y, lo más importante, ha desarrollado una capacidad única para ver el panorama completo, algo que, lamentablemente, muchos empresarios parecen olvidar en su día a día.

    Consigue igualmente darse cuenta de que todo lo que ha aprendido no solo es útil, sino que es valioso y que por tanto debe tener un precio. Después de todo, las empresas siempre están dispuestas a pagar por buenos consejos. Una de las mayores ventajas es la libertad. No solo la libertad de establecer su propio horario, elegir a sus clientes, o trabajar desde cualquier lugar con acceso a Internet, sino la libertad de decir la verdad.

    En el mundo corporativo, nuestro mánager estaba limitado por la política de despachos, las jerarquías y la necesidad de mantener la paz. Como consultor, sin embargo, puede ser brutalmente honesto. Puede decirle a un CEO que su estrategia es un desastre, o a un equipo de ventas que necesitan más que una simple charla motivacional para alcanzar sus objetivos, porque cuando pagas por un consejo, quieres la verdad, por dura que sea.

    También y aunque pueda parecer sentimental, el gozo de ver a otros triunfar, es increíblemente gratificante. Cuando se consiguen los resultados, y comprueba como sus consejos han llevado a una empresa al siguiente nivel, experimenta un tipo de satisfacción que ni el mayor de los bonus podría ofrecer.

    Entenderán que animé a mi buen amigo a disfrutar del hecho de que ahora puede decir lo que realmente piensa, cobrar por ello, y ver cómo el mundo se convierte en un lugar un poco mejor gracias a su valía.

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