Mes de
la tristeza

    11 nov 2020 / 16:29 H.
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    Noviembre, bendito mes, que empieza con Todos los Santos y termina con San Andrés. Un mes sujeto a la maldad de esta pandemia y segó la vida de los que nos quisieron en este corto paseo de la vida. Un aire de tristeza y melancolía va dejando surcos de frío y escarcha en los rostros cariacontecidos de los que se atreven a pasear por la fría plazuela alfombrada de hojas hepáticas y amarillentas. Las campanas de nuestra Catedral quisieran repicar a gloria, pero no es el momento jubiloso de hacerle, ya que están de riguroso duelo, recordando a los que se fueron, sin quererlo allí donde el coronavirus, tan malo y cruel como la madre que lo parió. Como podrá captar el lector, los ánimos al escribir esta indiscreta mirilla, está por los suelos, esto es, que el horno no está para bollos, ni el barro para pitos, usando dos metáforas, aunque me vienen como anillo al dedo, ya que la situación por la que atraviesa esta España de la discordia, el insulto son la moneda que sigue valorándose en el mercado de los despropósitos, aunque tendrá que venir una remozada primavera repletas de luces. Te lo pido, mi “Abuelo” del alma: permite que la Nochebuena sea cantar villancicos y no lamentos entrecortados de gorigoris luctuosos.

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