Mensajes y mensajes

    25 nov 2022 / 18:15 H.
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    Gracias a los teléfonos móviles y a la extensión y calidad de las redes de telecomunicaciones vivimos en una sociedad en la que estamos siempre conectados y tenemos acceso a información en tiempo real sobre todo tipo de acontecimientos y noticias. Las aplicaciones de comunicación y mensajería tipo whatsapp, Telegram y similares son utilizadas en múltiples ocasiones todos los días por gran parte de la población mundial. Su facilidad de uso y la estabilidad del servicio que proporciona quizás sean las razones fundamentales del éxito incontestable de whatsapp, ya que es la aplicación de mensajes más utilizada a nivel mundial dado que cuenta con más de 2.000 millones de usuarios activos.

    Acabo de recibir varios mensajes de whatsapp en el móvil y casi de inmediato he entrado en la aplicación para ver quien se había acordado de escribirme en ese mismo momento. No era nada personal sino mensajes de un grupo en el que ando metido porque no hay más remedio y del que no me atrevo a salir para no desairar a ninguno de sus componentes, aunque me aburre sobremanera todo lo que circula por ese innecesario y peor usado chat.

    Como es sabido e incluso sufrido por la mayoría de usuarios, whatsapp es una aplicación que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Digo esto porque estoy seguro de que la mayoría de los lectores la utiliza cada día con la finalidad principal de estar en contacto, comunicarse con sus allegados y compartir alguna que otra foto o noticia de mayor o menor interés. Hasta aquí todo correcto y bastante razonable; pero por desgracia, todos tenemos que soportar algún que otro conocido, amigo, cuñado o señor que pasaba por ahí y consiguió nuestro número de teléfono, que suele ser un pesado (perdón por el calificativo algo desconsiderado) que se empeña en dar la matraca una y otra vez, todos los días y noches, fines de semana incluidos, enviando fotos, viñetas, vídeos, consejos de salud, chistes chabacanos, soflamas extremistas y recetas patateras con las que pretende ilustrarnos sobre temas insulsos, filosofía barata, bulos sin pies ni cabeza e incluso ideología política de uno u otro signo, siempre expresada de forma torticera y prepotente, que además en la mayoría de los casos suele ser opuesta a la del destinatario, a veces insultante y otras absolutamente fuera de la realidad.

    Hay varias visiones diferentes sobre la forma de proceder con las aplicaciones de mensajería. En primer lugar, ya hemos dicho que hay personas sensatas que sólo las utilizan cuando es necesario y conveniente para comunicarse. A tales usuarios siempre hay que atenderlos con respeto y cortesía.

    Luego hay personas que al parecer se aburren como ostras y se dedican a navegar hasta encontrar alguna que otra idea de filosofía barata que no dudan en publicar en todas las redes y mandar a sus contactos para que vean lo mucho que son capaces de pensar y alcanzar a hacer con su aburrida existencia. Son como plomos, que no intentan ofender a nadie, pero llegan a aburrir a las cabras. La única receta válida para ellos es ignorarlos y no contestar jamás a sus mensajes, porque de hacerlo redoblarán los envíos pensando que han llegado a interesar a su corresponsal. También existen algunos a los que les gusta compartir imágenes más o menos eróticas, cuando no claramente pornográficas. A esos es fácil pararles los pies, en general basta indicarles que uno no está interesado en esos temas escabrosos y que le gustaría no volver a recibir esos mensajes. Por lo general, son receptivos y suelen cesar en el empeño. Para no seguir enumerando más casos, que los hay de todos los colores, tengo que citar a la especie más peligrosa en este mundo de la mensajería que es el político irredento. Suele corresponder a los extremos y su principal defecto es que es inaccesible al desaliento y no ceja de enviar siempre aquello que le llega por vaya a saber usted qué canal ideológico directo. Este espécimen no tiene solución, si insistes en decirle que no quieres esos mensajes se enojará y dejará de ser amigo más pronto que tarde. Lo más apropiado es ignorarlo y cuando pregunte porqué no respondes decir que casi nunca sueles leer los mensajes.

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