Meninas
en Jaén

    24 dic 2019 / 10:57 H.
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    Una gozada es ver esas pequeñitas criaturas velazqueñas en las calles de Jaén, por cierto, tan aptas para que los pintores monten su caballete, echen montoncitos de pigmentos coloristas a su alrededor y en el centro de la paleta el color blanco para mezclándolo con los demás colores, y de esta forma pintar la gama de colores que Jaén expone en la exposición permanente de todos los días. Aquí están las pizpiretas meninas, damitas de compañía de las infantas reales. Llevan estas criaturas vestidas de mirañaque. No tengo autoridad para comparar a los pintores, pero aunque luego en la materia, la pintura de Velázquez me entra por los ojos, y estos, saben distinguir lo bello de lo mediocre, lo sugestivo de lo amorfo, por muy abstracto que se precie. “Las hilanderas”, usando el huso o rueca para convertir en hilo el algodón apelmazado, me está sugiriendo a llamar a mis esquivas musas para hacer un poema con palabras de algodón y suspirillos de fantasía. “Vulcano”, de Diego, o sea, Velázquez, el universal, me sugiere hacerle un martinete, pues el dios mitológico está con el martillo golpeando.

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