Matar

Lo que se dice matar, uno de los dos, no sé cuál, pero uno de los dos me va a matar. Son las ganas de las guerras que sacan por peteneras las desgracias, impotencias y hasta las malas conciencias y las malas maneras de las gentes que nunca tuvieron ni conciencias, ni maneras. Solo el que no está es libre. Y el que sobra. Ese también. Y yo no estaba cuando has pintado dos corazones en mi buzón. Supongo que era yo el que sobraba, y por eso no te vi. O no hice cuentas de tu presencia preocupado, como siempre estoy, por mi ausencia. La mía. Ni siquiera la tuya. Quedaran tus corazones a salvo fuera de mí, y con la misma mano que borras mi nombre del cajón, tratando de limpiar el amarillo polvo sahariano del pasado año, borraras tus corazones, o los borrará el viento. Es igual. Con la punta de tu dedo (¿cuál?) has borrado todos mis desiertos. Pero sabes muy bien que de tus dos corazones, uno me va a matar (¿cuál?). Bajo tu observancia dejo mi existencia confiando en que tu sabio discernir te lleve a decidir de entre los dos corazones cual elegir para morir. Porque morir, lo que se dice morir, solo voy a morir por ti.