Mantecados San José

    23 dic 2015 / 10:04 H.

    La muchacha cogía platetes (tapones de las botellas de cerveza), alambre y poco más para hacer con sus propias manos los conocidos “instrumentos musicales” llamados chinchines. Jaén se preparaba para llamar en la puerta de la Navidad, pasada por nieve, frío en los huesos y hambre. Ya estaban con el culo a dos manos haciendo dulces navideños el Horno Chinchilla, regentado por la familia Jurado. Olía a azúcar quemada, a pan recién hecho en esta panadería-confitería tan conocida allá por los difíciles años cincuenta. Esta firma comercial sita en el barrio de San Ildefonso organizaba un concurso poético basado en la excelencia de los mantecados San José. Un poeta como la copa de un pino, Andrés Pérez Martos, se especializó en llevarse los primeros premios durante años. Estos mantecados del Horno Chinchilla, cuyos ingredientes básicos eran el aceite, huevo, azúcar y harina, hacía las delicias de unos paladares que no eran tan exigentes como los de ahora, hartos de todo, aunque no todos tengan la misma fortuna. Recordar es vivir. Por eso soy peregrino de la memoria jaenera.