Manolo no es grande, es gigante

Curtido en mil batallas y ahormado también por el alma gallega, con la que trabajó, y por la hechura de alma de su Rafi querida, Manolo vive ahora los mejores años de su vida >> Ya jubilado, su tiempo lo ocupa la ‘ligaílla’, los viajes y los nietos (LVN) >>

04 ago 2019 / 11:34 H.

Tiene arte y salero a ‘puñaos’, labia y un poso de sabiduría de grande como de aquí a Galicia, y volver, conste, porque no es desmesura lo suyo, es sabrosura de la buena. Manuel García Fernández es un tipo campechano y afable de los que gusta estar con él, tan rica sabe su bonhomía que algo se te queda pegado en las neuronas si echas unas jornadas a su lado o unas risas cerveceras con él. Así las cosas, no es de extrañar que siempre esté rodeado de gente, de mucha gente, habitualmente de buena gente, porque en esto de la mano izquierda, Manolo tiene el ‘cum laude’ en Jaén y moscones, aburridos y demás fauna correveidile que solo sabe emponzoñar no se le suelen acercar. Sin que se note nada, sin que nadie pestañee incómodo incluso. A eso se le puede llamar habilidad, pero de lo que se trata es de exprimir la vida al máximo con quien uno quiere y con quien uno está a gusto. Manuel García no es un grande de Jaén por su sapiencia aceitera y su don de gentes, que lo es, desde luego; de él podríamos decir que es un gigante. Las personas con grandeza de cerebro y de alma trascienden su entorno y se convierten en referentes de su comunidad y queda claro para cientos y cientos de personas que lo conocen de siempre, que Manolo hace eso mismo, sin pretenderlo. Pero hace más, sin buscarlo interesadamente, que lo suyo es desparpajo y sana prontitud en busca del entendimiento entre las gentes. Suena raro si unimos a Manuel García con la palabra ‘pegamento’ pero es realmente eso, una persona que suma, que une, que permanentemente tiende puentes entre los unos que nunca hablaron y los otros que nunca quisieron hablar... Si para quienes le conocen de siempre es un grande y para quienes le conocemos de largo es un gigante, lo que significa la figura de Manolo para su familia, trasciende incluso la sangre. O dicho de otra forma, la sangre de su sangre le tiene en un pedestal como padre y como abuelo y tan ricamente que se les nota a una legua. Si han llegado a estas líneas finales, habrán comprobado que soy amigo de quien les hablo, amigo añejo y leal y amigo interesado también, porque menudo manantial de sapiencia, lo cual no me nubla para decir que Jaén nunca podrá devolverle lo mucho que este hombre le ha dado.