Magia potagia

La idea de que los poderes engañan a la ciudadanía, la mezcla entre escepticismo y credulidad y la necesidad de buscarle nuevas explicaciones a una realidad a veces desilusionante son la combinación perfecta para que afloren teorías conspiratorias. Yo prefiero la magia. Me he autoradicalizado como Pompeyo, el funcionario jubilado de ideología prorrusa responsable de la carta bomba a Pedro Sánchez, pero en lugar de hacer alquimia con explosivos, hago magia con el pisto... en realidad, hago magia con casi todo. Adivino cosas que están por venir, como que el sol se va a esconder tras la curva de la Tierra regalando colores imposibles o que va a salir como un pensamiento incipiente que aún no se concibe por completo. Para hacer magia solo hay que tener la habilidad de usar conscientemente el inconsciente. Me basta un segundo para posicionarme en el centro inamovible de la vorágine de la vida, justo el tiempo de elegir si respondo sin ira frente a la ira o sin tristeza frente a la adversidad. Creo que si hacemos magia mejoramos la convivencia, fortalecemos los músculos internos de la voluntad y nos asociamos con una existencia íntimamente relacionada con la evolución orgánica del universo.